Ilustrado por Jorge Portaz.
COLECCIONES
Hay silencios que protegen, y otros que condenan. Silencios que envuelven y otros que aturden como un golpe seco.
En esta colección elegimos detenernos en lo que no se dice, en lo que se calla por pudor, por miedo, por estrategia o por costumbre; en los huecos del discurso, en las pausas que revelan más que las palabras.
Pero el silencio no siempre es ausencia. A veces es exceso: de ruido, de estÃmulo, de mandato. Vivimos en una época que exige opinión constante, presencia permanente, reacción inmediata. ¿Qué lugar queda para el repliegue, para la escucha, para el balbuceo que no busca likes?
En el arte, el silencio puede ser un gesto polÃtico. Puede ser el espacio donde se gesta la disidencia, donde se cocina la memoria, donde se trama la resistencia.
Puede ser también el pacto incómodo que sostiene privilegios, el telón que oculta exclusiones, el mutismo que perpetúa injusticias.
Puede ser un experimento, que nos demuestra que el silencio absoluto es más bien una utopÃa, o producto de un artefacto. Y que, puesto a prueba delante de un auditorio, es imposible: el silencio se quiebra con cada movimiento, con cada gesto, con cada susurro.
De silencios, ruidos, y de todo lo que existe en el medio de esos dos extremos, habla esta colección.
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