La calma
que descansa sobre la disciplina
La calma
que descansa sobre la disciplina

La pianista, que acompaña al coro de FCP y forma parte de la Orquesta Sinfónica, aprendió a leer partituras antes que palabras. Y sabe, desde muy chica, no sólo que esta era su vocación, sino que las muchas horas de estudio y preparación son la única manera de llegar a esa forma pura de calma hecha música.

Marianela García Pérez está sentada frente a su piano, el pelo largo y lacio, un vestido de gala, la cara relajada. Toca, acompañando al coro de Fundación Cultural Patagonia, o como parte de la Orquesta Sinfónica de FCP. Toca la pieza con la naturalidad del que nada en su agua, sin inquietud, sin miedo a que haya una corriente que desequilibre el trayecto. La calma que se ve en el escenario es la parte del iceberg que se sostiene por encima de la superficie. Por debajo de esa imagen apaciguada, reconcentrada, no hay nervios o ebullición: hay horas de estudio, meses de preparación, una disciplina férrea que aprendió a respetar desde que era muy chica.
Marianela García Pérez toca el piano desde los cinco años. Lo aprendió en la casa de su abuela, en su Huergo natal. Mientras ella y su hermana quedaban al cuidado de sus abuelos, en la chacra, tocaba el piano como otros salen a jugar. Eso era lo que se hacía en esa casa. Y eso es lo que ella hizo: tocar todo el día. “Yo aprendí a leer las notas antes que las letras. Mi abuela nos enseñaba a leer partituras. Ella había hecho el secundario en el colegio de monjas, y ahí, contaba ella, o aprendías a tejer o aprendías piano, y ella prefirió el piano. Había tenido una enseñanza muy antigua, y enseñó como le enseñaron: era rígida, pero siempre desde el amor”, cuenta ahora Marianela, y recuerda que sólo detenían esa rutina diaria para ver la telenovela de la tarde. Después, volvían al piano, a estudiar. Y no importaba si hacía frío o calor. Para los días helados, Marianela se había preparado unos guantes especiales a los que les cortó la parte de los dedos para poder tocar mejor. Esa enseñanza, esa disciplina, le es fundamental hoy. Es la que la mantiene en calma en el escenario.

“Yo aprendí a leer las notas antes que las letras”

Marianela García Pérez / Pianista

Marianela tiene ahora 38 años, y además de acompañar al coro y formar parte de la orquesta, es profesora de piano. Nunca, ni una sola vez, dudó de que su vida estaba ligada a ese instrumento. “Antes de terminar el secundario ya sabía que quería estudiar piano. Y como en el IUPA (Instituto Universitario Patagónico de las Artes) se puede empezar a estudiar a los 13 años, ahí me anoté. Siempre tuve mucho apoyo familiar. Desde Huergo, me traía mi abuelo, me esperaba afuera y volvíamos juntos”.
Ni siquiera los sacrificios la hicieron dudar. “El piano exige disciplina, constancia. Es una carrera larga y entonces hay veces que la disciplina y la constancia son más complejas. El piano requiere muchas horas por días de estudiar, de estar ahí con uno mismo. Y se avanza muy lentamente, en la motricidad sobre todo. Es una motricidad muy fina la que usamos. Después hay que entender lo que quiere el compositor y lo que querés vos. Y son períodos muy largos, uno puede estar meses preparando una obra, o un año”, dice. “Creo que fue mi abuela la que me enseñó la disciplina. Y además tuve mucho apoyo. Muchas veces pasa que los padres no apoyan este tipo de carreras, pero a mi me pasó lo contrario. El piano se mantuvo toda mi vida. Y yo decidí hacer esto sabiendo que quizás iba a tener una vida discreta, sin lujos, pero yo no podría vivir de otra cosa. No podría haber hecho otra cosa”, dice con determinación.

“Decidí hacer esto sabiendo que quizás iba a tener una vida discreta, sin lujos, pero yo no podría vivir de otra cosa”.

Marianela García Pérez / Pianista

En su casa, Marianela tiene un piano, el suyo. El piano no es un accesorio de su vida. Es el centro. Existe, en su casa, lo que ella llama la habitación del piano. Y además, después de pasar 8 o 9 horas dando clases, cuando vuelve a su casa le gusta dedicarle tiempo a tocar. Es más que eso: necesita que sea así. “A mi me ordena la mente. Es ocupar todo el cerebro de uno en una sola cosa, entonces el ruido desaparece, es como una meditación. Yo por ahí paso todo un día en que no me pude poner a tocar, y siento que me falta algo”.

Marianela repite la palabra disciplina. Es un término que define su día. Que la define a ella. Cuenta, por ejemplo, que cuando empezó a trabajar se propuso ahorrar cada mes el 10% de su sueldo para llegar a comprarse su propio piano. Y al cabo de 13 años, y con alguna ayuda de sus padres, lo logró. Buscó en internet, dio con un dueño que tenía, en Buenos Aires, el Yamaha que ella buscaba, un piano que no tenía prácticamente uso, y hacia allá viajó, con su papá, a buscarlo. Ese es aún el piano que tiene su habitación, en su casa.

El otro, el piano en el que aprendió, está en la casa de su mamá. Con la pandemia su madre volvió a tocar el piano, y aunque no le gusta que la vean, le ha compartido algún video de ella ejecutando alguna pieza. Marianela no puede creer cómo el ADN familiar las hace tener los mismos fraseos, algunas mañas similares, posturas parecidas.

Entre prepararse sola y sentarse en un escenario, frente al público, parece haber una distancia grande. Pero ella dice que ahora se lleva bien con las funciones, con salir de la habitación del piano para sentarse en un escenario, frente al público. “Con el trabajo uno se expone más a esas situaciones y llega un momento en el que se controlan los nervios. La cuestión, creo yo, no está en tocar para otros, sino para uno. Y si hay un espectador buenísimo, y si no, también buenísimo. Siempre intento tocar para mi, que me guste a mí. Yo me esfuerzo mucho, no dejo cosas libradas al azar. Entonces, cuando siento que di todo lo que tenía y encima la pasé bien, genial. El secreto es estudiar. La seguridad es lo único que puede hacer que los nervios pasen por un costado. Y cuando uno está en grupo, lo único que puede hacer que las personas que están al lado tuyo confíen en vos, es mantener una disciplina de estudio siempre y que tus compañeros sepan eso”.

Por estos días, Marianela se prepara para un concierto especial, el del 2 de diciembre, con la Orquesta Sinfónica de FCP, en el que será solista. Hace meses que se prepara para ese fin de año musical. Estudia, ensaya. Llegará incluso el momento en el que elegirá la ropa que se pondrá esa noche, y la dejará lista, planchada y colgada, para estrenarla en el momento de la función. Convocará ese estado de calma que la acompaña cuando sube a escena. Ese momento lo más cercano posible a la perfección: “Cuando todas las partes se conectan: lo que uno quería que suene, lo que está sonando, la concentración, cuando eso ocurre, hay momentos en los que parece que el mundo desaparece, dejás de percibir el entorno. Cuando sucede eso, eso es genial”.

Escrito por:

VERONICA BONACCHI

Jefa de Redacción Revista CUAD

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