Entre ensueños, una madrugada encontré en el espiral áurea, la forma que ¨hace mover¨ y crea tiempo. Es el dibujo de la vía láctea, de nuestro ADN, de los amonites, está el orden cósmico. Una línea viciosamente expandida que me encanta para pensar el tiempo. En ese desvelo, entendí a Fibonacchi y el impulso de su serie: 1-1-2-3-5-8-13-21-34…. para dar el próximo paso hay que sumar los dos anteriores. ¡Y el espiral aureo tiene esa manera de andar, crece hacia afuera y hacia adentro con la misma proporción! Salté de la cama, tracé una línea recta que atravesaba el espiral por el medio. Si el espiral es la puesta en movimiento de mi vida, esa línea recta demarcaría uno de los instantes eternos e insistentes que se me presentan en el camino. Marqué un punto y me di cuenta que para llegar a él, tuve que sumar los dos anteriores en la misma línea recorriendo la vuelta del espiral. ¿Pero cuándo se generó ese instante? Ni idea.
Tal vez esa línea recta es la que trazo con mi obra. Cada vez que empiezo un trabajo siento que nunca hice nada, que las obras que veo en mi pasado son de otra, que soy incapaz de hacer algo así, pero una pulsión insiste en que no hay otra cosa que pueda o sepa hacer.
Lo efímero y lo eterno siempre se me confunden. Cada vuelta en espiral regreso a algo que conozco y por eso me abisma, me encandilo por los destellos del misterio que me habita y a la vez agradezco la luz imperiosa que emite ese lugar oscuro que no me deja ver.
Les invito a caminar la línea del recorrido de algunas de mis obras.
Voy a desestimar el tiempo cronológico y dejaré que mis palabras asuman la intuición de los hechos.
Punto 1 – (marzo del 2005)
QUE EL CIELO SEA EL FONDO
El tiempo podría ser un equilibrista, de los que corren el riesgo de caerse y partirse la cabeza contra el piso.
Rodeando este punto, yo quería que mi dibujo me sostenga y me soporte. Caminar cerca del cielo durante el atardecer hasta que oscurezca. Quedarme ahí arriba, con mis herramientas, dibujando.
Punto 2 de la misma línea – (junio 2016)
ENTRE EL OCÉANO
Ahora estoy en Corea del Sur.
Mi día le gana 24 horas al tiempo de mi pequeña de 7 años que está en la Patagonia Argentina.
Estoy desarticulada. Extraño habitar sus horas. Bordo durante treinta días una manta blanca con hilos azules. Cada línea sale de un punto de la pared y bajan a la manta dibujando una topografía que me cubre y por debajo, duermo. La obra está lista para el día de la inauguración. Me quedo despierta la noche previa para realmente dormir de 14hs a 18hs durante el multitudinario evento. A pesar de la luz blanca y el ruido de los celulares sacando fotos, bajo mi manta, y al mismo tiempo que Luna, mi hija, duermo y la encuentro en su sueño.
¨Entre el océano¨ fue muy bien recibida en Seúl, a pesar de que esa noche mi hija estuvo atormentada de pesadillas.
Punto 3 de la misma línea – (Arriba en la montaña, marzo 2023)
¿DÓNDE ES ALLÁ?…CUANDO NOS VOLVEMOS SOMBRAS
Caminamos por la montaña guiados por el sol, cargando el peso de nuestras máscaras y disfraces.
-Arriba, tiene que ser bien arriba donde el cielo sea el fondo y nos volvamos sombras, así el sol, en el momento justo, nos atravesará.
Somos seres de sombra que atraviesan el horizonte, tratando de retener a través de nuestros huecos: el último rayo de luz.
Me inquieta el instante en el que los rayos del sol lo cambian todo. Situarnos en lo oscuro y lo luminoso que el mundo y nosotros llevamos dentro. Deambulamos dentro de pequeñas escenas donde somos seres gigantes y planos que deambulan a contraluz, buscando el horizonte hacia el recorrido del sol.
Las escenas ocurren arriba, al filo de la montaña con el cielo de fondo. Ahí, en la fisura de lo oscuro, estos seres abren sus huecos y el sol en la hora justa, escinde la sombra, encandilando.
Punto 4 de la misma línea – (Punto 3 en la misma línea – (Arriba en la montaña, marzo 2023)
LA NADADORA
Excitada por el viento, contengo el aire y me lanzo sin medir las consecuencias.
No soy profesional en mi salto, mi cadera está torcida y mis pies desalineados.
Soy un dibujo en el aire. Una madeja de líneas que develan mi figura humana y femenina.
Mi pelo contradice el impulso, cae enredado tapándome la cara.
El Nahuel Huapi es frío y estoy desnuda.
El salto eterno dura un instante, los autos pasan por la Avenida Bustillo debajo mío, un grupo de personas levantan la mirada, otras se distraen con el tráfico o sólo ven un mamarracho de alambre.
El instante se hace de noche y sigo ahí. Mis líneas contrastan contra el oscuro del cielo.
El tiempo se materializa en mi cuerpo y lo oxida.
Cuando llega el día, sigo ahí, suspendida en el aire.
Punto 5 de la misma línea – (invierno 2013)
EL FRÍO VA A PASAR
Nieva
-el frío va a pasar…-repito como un mantra.
En un acto de psicomagia dibujo en el aire las cosas que preciso en mi casa para vivir confortablemente: una biblioteca, un inodoro, la mesa, una escalera, una cama, lámparas y en el centro una gran estufa. Sorteando la nieve, entro en mi nueva casa y frotando mis manos, las caliento en el fuego.
Punto 6 de la misma línea (el horizonte le agradece al mar por dejarlo existir, enero 2024)
SI FUERA ASÍ
Atardece
El mar insiste en sacar fuera de sí lo que no le pertenece.
Yo también salgo del océano: hay algo arcaico en eso
Las olas traen a la orilla a unos desarticulados seres geométricos.
¿Fue un accidente?
¿Fantasmas acuáticos? ¿Arañas portátiles de mar?
Los despliego, quiero ponerlos en pie.
Tienen más patas que yo, son altos y pesados, inestables, endebles. Los ayudo a que resistan el golpe de las olas y que habiten el tiempo del atardecer.
Había más personas en la playa.
Ya es de noche
Punto 7 de la misma línea (invierno 2011))
CONQUISTA DE LO INUTIL
Tejo con hielo las paredes de mi casa.
La riego por las noches.
Cuando sale el sol, la veo derretirse y desaparecer.
Escrito por:
VALERIA CONTE MAC DONELL
Colaboradora Revista CUAD