Luis Rubilar

*MINIBIO

Luis Rubilar es de Mainqué, Río Negro. Estudió cine durante algunos años, aunque antes trabajó en otros rubros. Con el tiempo, empezó a trabajar con su cámara en eventos, sacando fotos y haciendo algunos visuales. Eso lo llevó a conocer distintos lugares de Argentina.

"En mi proceso creativo, la soledad tiene un papel muy fuerte. Me acompaña y transforma la forma en la que observo el mundo. Me permite ver todo con otra imaginación."
Luis Rubilar, Fotografo

La soledad es muchas cosas. A veces es un estado, otras veces una presencia silenciosa que me acompaña. Pero también es una herramienta para aprender. De hecho, fue gracias a ella que descubrí la fotografía. Un día encontré una cámara que era de mi hermano. Estaba ahí, sola, quieta, sin uso. Se la habían regalado pero él casi no la usaba. Yo la tomé prestada, y fue como abrir una puerta a otro mundo. Empecé a mirar distinto. Desde entonces, la soledad se convirtió en mi compañera de camino, en mi amiga silenciosa que me empujó a crear.

En mi proceso creativo, la soledad tiene un papel muy fuerte. Me acompaña y transforma la forma en la que observo el mundo. Me permite ver todo con otra imaginación. A veces encuentro una radio vieja, una silla olvidada, una puerta con marcas del tiempo… y me detengo a pensar quién habrá estado ahí. Qué historia hay detrás de ese objeto. Cuántas personas cruzaron esa puerta. Cuántas usaron esa silla. Me conmueve lo que está quieto, deteriorado, abandonado. Y la soledad aparece ahí, como una presencia viva que me despierta curiosidad y me impulsa a mirar más profundo.

Todavía no encontré una imagen que represente del todo esa idea de soledad. Sigo en la búsqueda. A veces pienso que esa foto perfecta no existe, y que tengo que dejar de perseguirla. Tal vez lo que tengo que hacer es permitirme seguir experimentando, darme el tiempo y el atrevimiento de reflexionar más a fondo. Porque si bien no me lo había planteado hasta ahora, sí tengo la intención de representar eso que siento, eso que percibo, a través de una fotografía.

Mi forma de crear es bastante simple. Me atraen los espacios que parecen olvidados, los objetos que tienen historia. A veces me gusta salir sin un plan y dejar que el momento me diga qué hacer. Otras veces, sobre todo cuando se trata de visuales, planifico, pero también me adapto al espacio para poder conectar más genuinamente con lo que estoy retratando.Siento que la fotografía me dio una manera de expresarme, de observar el mundo desde otro lugar.

A veces tengo una intención clara al hacer una foto. Otras veces, simplemente me dejo llevar. Confío en lo que aparece, en lo que se revela después. En un gesto, en una luz, en algo mínimo que se escapa y me muestra algo que ni siquiera sabía que estaba buscando.

Siento que en mis fotos se cruzan la soledad ajena y la propia. Aunque retrate a otros, siempre hay algo mío que se filtra. Y cuando me retrato a mí, también hay algo de los otros en esa imagen. La soledad no tiene dueño: se comparte, se mezcla.

Me impulsan los silencios raros, los gestos casi invisibles, los lugares donde parece que el tiempo se detuvo. Me detiene lo que no se siente sincero, lo que no parece hecho desde mí, desde lo que soy.

Las películas antiguas me influyen, aunque no soy un gran cinéfilo. A veces miro una y algo me queda, me marca. Pero más allá de eso, lo que más influye en mi estética es cómo me siento. Muchas veces lo que hago es improvisado, me gusta lo natural, lo que surge. Aunque también disfruto armar una puesta en escena cuando quiero tener más libertad para crear o agregar un elemento que represente lo que quiero contar.

No tengo una rutina fija al salir a sacar fotos. A veces salgo sin rumbo, como esperando que algo me llame. Es más una disposición interna, como estar atento a una señal. Algo que diga: “es ahora”.