Damián Liviciche
*MINIBIO
Nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1983. Estudió la carrera terciaria de Fotografía en el Instituto Motivarte entre el 2002 y el 2005, donde además se capacitó en fotografía documental. Simultáneamente inició la carrera de Geografía en la Universidad de Buenos Aires, que le permitió incorporar a su búsqueda estética un sustento teórico en cuanto al tipo de abordaje hacia el registro audiovisual.
Posteriormente viajó por centro y norteamérica entre el 2008 y el 2013 donde me especialicé en Fotografía Documental Gastronómica en el ICP en New York. En esa ciudad realicé asistencias con distintos fotógrafos y participé de muestras y exposiciones. Trabajó en publicidad y medios relacionados a la cultura gastronómica en Chile y posteriormente en 2015 instaló su estudio en Buenos Aires, donde reside actualmente. Desde ese momento hasta la actualidad participó en el desarrollo de la identidad visual de muchos de los restaurantes y Chefs de la escena local y regional, siempre intentando incorporar su estética personal más asociada a lo documental en relación a la temática del vínculo entre los humanos y su entorno, aplicado a la comunicación publicitaria en el rubro gastronómico y a la industria vitivinícola. Además colabora con varios medios locales e internacionales ligados a viajes y cultura general y participó en algunos proyectos editoriales y en la producción de contenido académico relacionado a temáticas geográficas.
Mi búsqueda audiovisual en el alto valle está relacionada a generar un sentido en cuanto a la acción humana frente a lo que representa la aridez del desierto próximo y cómo es la relación productiva de la región con el entramado económico nacional e internacional.
Damián Liviciche / Fotografo y realizador audiovisual
El origen de mi relación con la región del Alto Valle podría identificarlo bien de chico: El tradicional viaje a la cordillera desde Buenos Aires, siempre tiene un inevitable ingreso por la ciudad de General Roca, lo que visto desde el punto de vista porteño, da inicio a la Patagonia. El camino desde Buenos Aires tiene varias opciones: entre ellas la RN 3 hasta Bahía Blanca y luego la RN22, muy transitada por camiones. Y la otra, que es el camino que siempre elegimos, cruza Buenos Aires por la RN 5 hasta Santa Rosa en La Pampa y atraviesa la provincia en diagonal desde el norte hacia el sudoeste donde, luego de recorrer el Parque Nacional Lihué Calel y transitar la estrecha calzada que bordea el embalse Casa de Piedra, tras 12 hs de ruta, se accede a la ciudad por su lado norte bajando desde la barda hacia el valle. Mi novia Laura, oriunda de esta ciudad, fue la responsable de que el Alto Valle y la ciudad de General Roca en particular fuera un destino frecuente ya de adulto, hasta convertirse hoy en día en un lugar que ya forma parte de mi identidad personal y también como fotógrafo.
Mi interés visual por el valle, quizá también se relacione con esos viajes que realizaba más de joven. El sentido norte-sur o este-oeste. La llegada a la ciudad de Roca o Fiske Menuco, como cada cual prefiera llamarla, siempre significó la salida del desierto desde mi perspectiva. El valle aparece como un dispositivo de abundancia casi artificial en tensión con la aridez y la ausencia del desierto previo. Este hecho es el que más me atrajo desde siempre y el que pude conocer bien al transitar distintos registros audiovisuales que realicé posteriormente. El valle como llegada, asociado al transitar de un viaje y al oasis que se encuentra luego de atravesar el desierto. La aridez ordenada por la acción humana. El manejo del agua y la influencia de los inmigrantes italianos en ese área. La producción derivada de esta acción humana.
Mi recorrido visual por la zona se diversificó entre distintos registros fotográficos en los últimos años: bodegas, sidreras, chacras de manzanas y peras, viñedos; registros para notas periodísticas y registros para proyectos personales. Pero siempre tuvo ese abordaje intentando captar la interacción del ser humano y su entorno en sus formas de representar y dotarse de sentido en su relación con “lo natural”. En el alto valle termina quedando muy en claro cómo en algunos casos es la propia acción del ser en sociedad, el que elabora sus propias naturalezas, tanto en lo material como en lo simbólico. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué es lo natural? Si la naturaleza en sí misma es una categoría creada para el ordenamiento y el conocimiento humano, ¿dónde está el límite entre lo natural y lo humano? El alto valle queda muy claro dónde empieza el desierto de la barda y hasta donde llega la acción de la humedad del riego y los canales hídricos. Desde los deshielos en la alta montaña, hasta la confluencia de los ríos Limay y Neuquén que da inicio al alto valle y todo el entramado de canales y canalitos que riega el valle, dotando de una fuerza singular sus suelos con el arrastre de minerales que trae lo largo de sus cauces.
Considero que el respaldo audiovisual nos permite dotar de sentido a una materialidad específica. La sustancialidad que se presenta en la realidad a los sentidos es posible de ser percibida y registrada en un medio que permanece y genera también un conocimiento o sentido institucional y colectivo. Mi búsqueda audiovisual en el alto valle está relacionada a generar un sentido en cuanto a la acción humana frente a lo que representa la aridez del desierto próximo y cómo es la relación productiva de la región con el entramado económico nacional e internacional. Pero también en una búsqueda descriptiva a escala menor en cuanto a la morfología de los suelos, la topografía, hidrografía, la vida de otros seres humanos en ese contexto y también la vida de los animales o seres no humanos en relación a la acción humana. Mi rol como fotógrafo está en lograr plataformas audiovisuales que sirvan para construir un sentido nuevo sobre estos elementos en torno a los consumos culturales actuales incluyendo el ecosistema de las redes sociales. La evolución de la forma de representar: Desde un mapa en las épocas antiguas hasta un registro audiovisual en la actualidad como forma de imaginar y mostrar nuestro entorno lo más fiel posible a un discurso institucional determinado o incluso para lograr desafiarlo. Pensar la imagen ligada a nuestro tema de interés. Realizar la toma, hacer la foto. Revelar la imagen, editar el material. Finalmente publicar y distribuir el resultado es parte del proceso del fotógrafo para lograr los objetivos que se planteen y construir una narrativa con las imágenes y aportar a la construcción de un imaginario colectivo.