El goce ilimitado
en los tiempos actuales
El goce ilimitado
en los tiempos actuales

Los cambios vertiginosos exponen a los sujetos a un goce desmedido, sin regulación ¿cómo modularlo cuando ya no existe un ordenador operativo como lo fue en su momento El Nombre del Padre? Los cambios son procesos que impactan en la vida de los sujetos. Permanentemente estamos expuestos a cambios en la constitución psíquica, ya Freud en su momento distinguió los tiempos lógicos del psiquismo con respecto a los tiempos “reales”. Es interesante pensar en esa brecha entre el tiempo de la realidad y el tiempo de la realidad psíquica. ¿Qué percepción del tiempo tenemos? ¿Hay que “adaptarse” a los cambios? ¿Todos los sujetos pueden elaborar los cambios de la misma manera? ¿Qué pasa con el goce en los tiempos actuales?

En este artículo me gustaría ahondar en los efectos que producen los cambios socio-culturales actuales en la vida cotidiana de los sujetos. Hay una frase que se repite mucho “todo tiempo pasado fue mejor” con una carga nostálgica sobre lo que fueron otros tiempos y lo “malo” de lo actual. ¿Por qué se produce esta resistencia a los cambios? ¿Es verdad que todo tiempo anterior fue mejor? ¿Los tiempos actuales, de la evaporación del Nombre del Padre, produce una cierta sensación de “caos”? ¿Qué operador ordena y regula ahora el goce? ¿Qué relación hay entre los avances tecnológicos y la constitución psíquica? Son muchas las preguntas que se me arman en relación a esta temática las cuales seguramente no podré responder, pero al menos las dejo planteadas para que algo resuene en los lectores. Considero que poder cuestionarnos, frenar con la vorágine de lo cotidiano, es importante en estos tiempos que corren. Un punto de pausa, para poder preguntarnos qué nos pasa, cuestionar aquello que de algún modo “asimilamos” sin ni siquiera pensar sobre eso. 

El avance tecnológico y de las ciencias es notable y produce modificaciones en las producciones de subjetividades. Hay un enlace entre aquellos imperativos epocales y el empuje a gozar y la repercusión que ello tiene en los sujetos. Claro ésta, que cada sujeto es singular y hace con eso lo que puede, con sus propios recursos, no podemos universalizar las respuestas de los sujetos, pero si en tal caso se puede describir un panorama, un contexto en el cual estamos inmersos y algunas consecuencias observables sobre los efectos de estos “cambios” en los sujetos. El uso desmedido de las plataformas digitales, la inmersión del sujeto en el campo virtual, la permanente estimulación de la “pantalla” en los niños sin supervisión y control del adulto, el bullying que no finaliza en el colegio, sino que continúa en las redes, los juegos para adolescentes que incentivan “desafíos” los cuales ponen en riesgo la vida de los mismos, la violencia que se muestra todo el tiempo ¿qué efectos produce en los sujetos, en los niños, en esas psiquis en formación?

Mencioné la evaporación del Nombre del Padre, en otro artículo también hablé sobre la negación de la castración como así también la poca tolerancia de la frustración. El empuje al goce todo, y la no regulación por un ordenador como lo era el Nombre del Padre en tiempos anteriores, produce algunos efectos que podemos encontrar en la actualidad. Los cambios repentinos con el avance de las tecnociencias produce una necesidad social de “adaptación” de los sujetos, los cuales aún están lidiando con otros cambios anteriores y la precipitación de estar permanentemente expuestos a cambios, produce una sensación de estar siempre en un remolino avasallador en el cual el sujeto queda sin respuesta posible, y en algunos casos responde desde un plano imaginario, con poco alcance desde lo simbólico. 

El empuje al goce todo, y la no regulación por un ordenador como lo era el Nombre del Padre en tiempos anteriores, produce algunos efectos que podemos encontrar en la actualidad.

Ayelen Puppo / Psicologa

En la sociedad actual nos encontramos con diagnósticos de niños hiperactivos, una suba de casos de niños de espectro autista, niños y adultos con trastornos de ansiedad, de déficit de atención, depresión, etiquetas diagnósticas basadas en el DSM IV, con un avance de las neurociencias y la medicalización de la patologización. Cabe la pregunta sobre ¿por qué sucede este aumento de casos? ¿La respuesta es medicalizar?

Las grandes compañías farmacéuticas están en auge, todo se puede medicalizar, y la pastilla reemplaza a la palabra. Dando así como resultado el medicamento como solución mágica al padecimiento de los sujetos sin preguntarse el motivo por el cual está sucediendo aquello que se evidencia en estadísticas. Eric Laurent expone muy bien sobre ésto que viene sucediendo hace ya un tiempo, el uso de la “pastilla” para taponar la angustia. Tal vez es momento de preguntarnos la causa de tanto padecimiento y cuáles son los caminos posibles para poder hacer algo con lo que está pasando, sin recurrir a taponar o negar lo que está circulando en estos tiempos actuales. 

La tecnología ¿es en sí misma mala? Me atrevería a decir que no, pero el “uso” indiscriminado sí lo es. La adicción al celular, a estar siempre conectados, a “mostrar” lo que hacemos y la dependencia extrema a la tecnología produce ansiedad en los parletres (definición que dio Lacan en su ultimísima enseñanza para dejar de hablar del sujeto y empezar a hablar del parletre, aquel que está inmerso en lalengua, poniendo el acento en el cuerpo. Se podría decir que se habla con el cuerpo, a partir de un goce que ha quedado fijado, traumatismo de lalengua, y para siempre. Un cuerpo que habla sin palabras es un cuerpo que goza). Hay quienes estudian cómo hacer para que ese goce en el uso de las plataformas aumenten, como lo fue en su momento las publicidades para que las personas consumieran los productos que se vendían, sucede lo mismo con las plataformas digitales como netflix, instagram, etc. De este modo no hay control del propio parletre sobre ese goce mortífero, y como ya no existe un ordenador fuerte que regule ese goce, cada uno hace lo que puede con eso. Las repercusiones están a la vista, el punto es ¿qué se puede hacer? ¿cómo poner un límite a lo ilimitado del goce? 

La adicción al celular, a estar siempre conectados, a “mostrar” lo que hacemos y la dependencia extrema a la tecnología produce ansiedad en los parletres.

Ayelen Puppo / Psicologa

El psicoanálisis tiene un gran desafío en esta instancia. La urgencia del padecimiento de los parletres que llegan al consultorio o a los hospitales, la demanda de los “desabonados del inconsciente”. Nuestra práctica ya no es como antes, desde la lógica del significante, de lo simbólico, del síntoma con relación al inconsciente, y en estos casos ¿qué puede hacer el psicoanálisis que en su momento fue una práctica de la palabra? Nos enfrentamos al goce en su esplendor, en cuerpos habitados por el goce desmedido, padecimientos que no remiten a un significante, entonces ¿el psicoanálisis no puede aportar más nada?.

Para finalizar me gustaría citar a Miller en Sutilezas Analíticas quien dirá “(…) me parece que su esfuerzo es inaugurar una práctica posjoyciana del psicoanálisis, esa que no recurre justamente al sentido para resolver el enigma del goce, esa en la que no se cuentan hystorias sino que más allá del discurso del inconsciente, apunta a restituir, en su desnudez y su fulgor, los azares que nos llevaron a diestra y siniestra”. De este modo, nuestra práctica ya no se enfatiza en su totalidad bajo la modalidad del significante como lógica que atraviesa todo el análisis sino que está ese goce, remitiendo a lo que Lacan denominó Sinthome, y de esta manera el análisis apuntará a que un parletre, encuentre una forma de modular ese goce y en tal caso  un “saber-hacer” con eso. 

Escrito por:

AYELEN PUPPO

— Colaboradora Revista CUAD

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