Este artículo nace de indagaciones que me hago a menudo como diseñadora en torno a nuestras acciones, cosmovisiones y hábitos de consumo en relación a cómo percibimos el tiempo.
¿Cómo nos vinculamos con nosotros mismos y con el entorno en relación a nuestros hábitos para crear el mundo que queremos?
Si nos cruzarnos de brazos creyendo que la sociedad está perdida y que vamos hacia un futuro distópico, probablemente nuestros consumos inconscientemente estén ligados a satisfacer necesidades de manera efímera e inmediata ya que “no hay un mañana”
A diferencia de si anhelamos un futuro sostenible y apostamos por ello, posiblemente nuestros consumos tiendan a ser más conscientes y coherentes.
No hace falta ser la persona más erudita ni tener una biblioteca llena de libros leídos para que, como consumidores, nos hagamos preguntas acerca del impacto que tienen nuestras acciones de hoy en el futuro.
Como estas reflexiones son acerca del consumo en relación a la visión que tenemos del tiempo, voy a centrarme en un producto muy preciado del capitalismo: El reloj, especialmente, el reloj de pared.
Para este análisis nos centraremos en parte del siglo XX hasta la actualidad en clave Movimiento Moderno / Movimiento Posmoderno.
Durante el siglo XX el reloj dió respuesta a las necesidades que regían la relación industria-sociedad en el mundo capitalista occidental. Siempre en la tendencia de que el tiempo debía ser cuantificado en función de lo que se producía, del alcance de objetivos financieros y rendimiento económico. Primaba la razón por sobre la emoción.
El rol del diseñador estaba delimitado a crear objetos que sean funcionales al sistema, al consumo, a la cultura mainstream dominante, bajo los dogmas de productividad y belleza estética para aumentar las ventas.
Estas lógicas de tiempo lineal en la producción industrial en masa se vinculan con la fase de declive del ciclo de vida de un producto. Donde desde el proceso de creación se planifica el fin de su vida útil, y a este fenómeno se lo llama obsolescencia programada. O las lógicas de “use y tire” como los packagings plásticos.
Productos que son lanzados al mercado con el único fin de incrementar ventas. Sin tener en cuenta las necesidades reales de los usuarios y menos el impacto ambiental que generan.
Así podemos ver que el “progreso” planteado por la industria extractivista tiene un límite de crecimiento finito.
Relojes modernos y linealidad
Los relojes de pared del Movimiento Moderno responden a la idea de función meramente práctica y racional. La evidencia y exactitud del diseño está relacionada con lo útil y específico que debía ser el objeto.
Este movimiento se representaba bajo el lema «La forma sigue a la función» y los diseños son funcionales al sistema capitalista occidental. Pensados para embellecer los hogares de ciudadanos “productivos” bajo las lógicas de progreso mediante objetos impersonales y monosémicos.
¿Y los relojes de pared en la posmodernidad? Del hogar a museos de arte.
La filosofía posmoderna y el underground tuvieron una fuerte influencia en las corrientes del “Diseño Radical” o también llamado “Antidiseño” (surgido en la década del sesenta) resultado de un conjunto de provocativas respuestas disruptivas a los dogmas funcionalistas y consumistas. El diseño posmoderno tiene su mayor sustento creativo en la intuición, en lo afectivo, lo sensible y lo emotivo. El mayor énfasis está puesto en la libertad de expresión, dando prioridad a las ideas artísticas e individuales.
No es casual que en esta época de guerras hayan surgido movimientos juveniles como el Hippismo, Mayo Francés en contra de las sociedades de consumo. Las primeras píldoras anticonceptivas impulsadas por la revolución sexual y el amor libre. El consumo de marihuana y alucinógenos como LSD como forma de revelarse ante el sistema.
También nace una nueva corriente filosófica, el existencialismo
Fueron años de mucha revolución cultural mundial. Ruptura y cambios de paradigma.
Vemos también que en ese periodo surge el diseño de autor, donde el diseñador sale de su rol de proyectista para crear objetos en los cuales vuelca su estilo propio e ideales personales bajo esta misma corriente de libertad de expresión.
Es así como el diseñador asume un rol más inclinado al arte y en este caso “juega a dar la hora” de manera lúdica e interactiva, acercando al objeto a una obra artística. Y estableciendo un vínculo entre el objeto y el espectador. En una obra de arte, cada espectador tiene una interpretación personal. Esta provoca una reflexión, una invitación a pensar, en este caso es la “relación que tenemos con el tiempo” de una manera sugerente.
El reloj de pared en el posmodernismo -al tener la hora exacta en otros dispositivos- pasa de tener una función meramente práctica a una función simbólica y emotiva con un alto grado de poética y polisemia.
Phillip Starck – Walter Wayle Clock
Francia – 1990
En este diseño se puede observar una intención evocativa. Su morfología remite a las alas de un ave volando y la metáfora principal es la “libertad de volar” ¿Pero qué ocurre? Mientras que la libertad ha sido representada por una paloma blanca en vuelo, este producto es negro. Esta dicotomía tal vez esté expresando que la medición exacta y numérica del tiempo nos quita libertad.
Humans Since 1982 – Clock Clock 24
Suecia – Alemania – 2010
El diseño de este reloj está compuesto por 24 relojes analógicos. Este es un dato curioso debido a que el día tiene 24 hs, 24 relojes analógicos que componen un solo reloj digital se puede leer como 24 hs que componen un día, es decir una unidad. Tal vez el mensaje subliminal del objeto está implícito en la pregunta: ¿Qué sentiríamos si se desorganizan las horas del día?
Les recomiendo mirar videos en youtube de este diseño para poder apreciar el movimiento ya que es la gracia del objeto. Se expuso en varias galerías de arte contemporáneo del mundo.
George Nelson – The Ball Clock
Estados Unidos – 1948
Los colores aplicados de manera aleatoria e irregular son una fuerte influencia del posmodernismo. Si bien George Nelson era considerado uno de los padres del Movimiento Moderno estadounidense, fue uno de los pioneros en incursionar en el Diseño Pop. Y a este reloj lo podemos considerar pop ya que su morfología remite a la molécula de un átomo y salió al mercado unos años después del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki.
El Pop Art usaba elementos de la vida cotidiana de la cultura popular de masas y usa la ironía en sus composiciones.
Siren Elise Wilhelmsen – The Knitting Clock
Noruega – 2010
Mediante un reloj que “teje la hora” la diseñadora quiso hacer un reloj basado en la verdadera naturaleza del tiempo, más que en los números que le hemos asignado.
Ya que cree que el tiempo se manifiesta en objetos físicos, en las cosas que crecen y se desarrollan o extinguen. Una forma de ver el tiempo desde acciones físicas y más conectada con los ritmos cíclicos de la naturaleza.
Louie Rigano – About -Time
Estados Unidos – 2015
Es un reloj que desafía nuestro poder de percepción e intuición. Nos invita a leer el tiempo desde una nueva perspectiva. Al plantear una ruptura con lo cuantificable se evocan componentes alegres, divertidos, relacionados con las emociones positivas del ser humano. Compuesto por tres círculos (minutero, segundero y horario) que se van moviendo y formando distintas formas y colores.
Estos relojes que no dan la hora muestran el paso del tiempo de otras maneras.Tal vez reflejan nuestro anhelo de desconectarnos de un mundo tan acelerado, un “destiempo” y abstracción de lo cotidiano saliendo del modo de vida “automático”. Esto explica porque varios de estos relojes fueron expuestos en museos de arte contemporáneo, ya que son obras de arte que conceptualizan nuestro anhelo.
Hasta acá, un breve recorrido por las diversas formas de percibir el tiempo mediante el diseño de relojes de pared a través de diversas corrientes culturales.
Podemos apreciar que si bien el posmodernismo en sus inicios fue una respuesta social disruptiva, revolucionaria y crítica del sistema capitalista, no alcanzó a revolucionar hábitos de consumo. Seguimos consumiendo de la misma manera
Creo que hoy en día el Diseño Industrial tiene la responsabilidad de ampliar su campo de acción hacia un futuro social más sostenible. Como vimos en todos los objetos presentados anteriormente, ya no alcanza con crear objetos que cumplan funciones estéticas, simbólicas y prácticas. Nos encontramos en vísperas de un colapso civilizatorio. Y es importante transicionar a un cambio de paradigma, hacia una cosmovisión integradora, donde la industria fusionada con las nuevas tecnologías puedan obrar en función de los ritmos cíclicos de la naturaleza y que la prioridad sea generar el menor impacto ambiental posible.
Cuando hablo de un futuro sostenible no me refiero solamente a crear objetos con bajo impacto ambiental. Sino a una mirada integral de nuestros hábitos y consumos, tanto en relación con nosotros mismos como en el tiempo de calidad y disfrute que nos permitimos.
Es un cambio hacia una conciencia colectiva más humana, empática, colaborativa y de respeto, menos competitiva entre nosotros.
A diferencia de las lógicas extractivistas, la economía circular propone reducir al mínimo los desechos, la contaminación y buscar que los recursos naturales se regeneren. Bajo los principios de redefinir, reducir, reutilizar y reciclar. Donde la idea de retorno, regenerar, iterar y revaluar están vinculadas a las lógicas de tiempo circular, como el comportamiento de los ciclos de la naturaleza en las estaciones del año. Como lo hacían las antiguas civilizaciones antes de que existiera la industria.
¿ Y un reloj con medidas otras?
Una fusión del movimiento moderno que es estructurado, disciplinado y racional aplicado a un mundo utópico como soñaba la cultura hippie, conectados con nuestra esencia, con el disfrute y el placer pero sin irnos a extremos. Sino encontrando un equilibrio, siento que puede ser el camino. Hay que salir de los dualismos para poder co-crear un futuro más favorable.
Y no se trata de echarle la culpa al sistema capitalista, ni a partidos políticos opuestos a los nuestros, cruzarnos de brazos y drogarnos con LSD hasta que se acabe el mundo.
Se trata de tomar las riendas, de comenzar con pequeñas acciones a una transición, a nuevas formas de vida que pongan énfasis en lo amoroso y lo colectivo.
¿Qué tiempo podemos dedicar a pensar en nuestros hábitos dañinos de consumo si ni siquiera nos damos tiempo de calidad en el día para habitar el presente?
¿Cómo hacemos para que no nos siga midiendo en lo cotidiano el tiempo lineal de la productividad capitalista? Inventemos un reloj que nos permita medirnos de otras formas más cercanas a nuestras necesidades vitales. ¡Tremenda tarea para quien lo diseñe!
MINI BÍO
Valentina Bussi (1993) es diseñadora industrial y artista visual, recibida de la Universidad Nacional de La Plata en 2017. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Nacional de Río Negro y como artista visual para distintos medios de envergadura nacional. Se ha especializado en diseño estratégico sustentable y eco innovación y cuenta con amplia experiencia en diseño de mobiliario urbano. En materia de diseño visual cuenta con múltiples conocimientos, ya que ha realizado formaciones en: diseño de experiencia e interfaz del usuario, lettering, dirección de arte, collage digital, montaje y realización escénica, Interior design service entre otros, impartidos por reconocidos referentes.
Escrito por:
VALENTINA BUSSI
Colaboradora Revista CUAD