Donde la radio es un tesoro
Por María José Melendo
Donde la radio es un tesoro
Por María José Melendo

A esta altura del siglo, en muchos parajes de la Línea Sur, los mensajes al poblador rural son la única manera de estar conectados con los familiares, con las noticias. Son una suerte de red social que cumple una función prioritaria: conectar a quienes están alejados de todo, participarlos de lo que ocurre, establecer lazos. La posibilidad de que el gobierno nacional cierre este servicio de radio Nacional, convierte a esta crónica en un tema de actualidad.

Esta crónica(1) fue escrita en julio de 2023 y habla de la actualidad, a más de dos décadas de transitado el siglo XXI de los mensajes al poblador rural en la patagonia profunda, esa que está acaso un poco más al sur del sur, alejada de de rutas y urbanizaciones. Allí, la radio es un tesoro.

Hace unos días, en Radio Nacional de Bariloche cientos de personas se acercaron al edificio donde funciona la radio para un abrazo simbólico al edificio ante la posibilidad de su privatización: “La radio no se vende, la radio se defiende” reclamaban los presentes. En un comunicado sostuvieron que “con estas medidas corre riesgo el servicio que brinda la radio, siendo el más tangible el segmento de mensajes a pobladores rurales del cual dependen distintas instituciones y habitantes de la Línea Sur y Zona Andina de Río Negro, parte de Neuquén y de Chubut”.

Hoy este relato en torno al rol esencial de los mensajes al poblador rural, adquiere nuevas resonancias.

«Vi otra historia, otro mundo, la gente allí vive como a principios del siglo XX. A lo sumo, en algún rancho existe un generador a gasoil que se prende dos horas por día. Es una manera distinta de vivir, no tienen acceso a nada de lo que conocemos en la ciudad«.

RUBÉN LAGRÁS 

No hay una sino muchas Patagonias. Está la postal romantizada de exuberante bosque nativo, lagos, cascadas y verdes vibrantes e imponentes montañas, pero también, la que es estepa y viento que balancea la vegetación achaparrada de coirones amarillentos y neneos; la meseta deja ver el horizonte hasta donde los ojos se cansen de insistir.

No hay indicios urbanos en kilómetros, salvo por alguna huella que aparece y que acaso conduzca a un puesto en el que asoma un álamo que lucha por mantenerse en pie junto a una precaria vivienda. La estepa es extensión que parece no tener fin, tan solo leves ondulaciones, rocas, mallines, cielos inmensos y tremendamente nítidos un día sin viento que levante el polvo.

A esta Patagonia que parece más indómita suele nombrársela como Patagonia profunda, para referirse a aquellos parajes alejados de las rutas, del ferrocarril y de las urbanizaciones, en la que sus moradores viven solos o en familia, compartiendo tal vez cercanía con algún otro grupo familiar.

En las grandes y pequeñas ciudades de la Patagonia hay calles, hospitales, escuelas, mercados. La electricidad, el gas, internet, la señal telefónica, son algo disponible.

Muchos de sus habitantes poseen celular con el que escriben mensajes que pueden ser leídos por el receptor en forma inmediata. Si se tiene “smartphones”, teléfonos inteligentes, con la aplicación whatsapp es posible enviar fotos, videos y audios. Se llama “clavar el visto” al recibir un mensaje y no responderlo en seguida. Los mensajes de audio pueden escucharse en movimiento, haciendo distintas cosas. Desde mayo de 2021, la aplicación permite dos velocidades 1.5 o 2 para la escucha de dichos mensajes.

Mientras esas son las formas de comunicación citadinas, en otros lugares de este mismo sur, la radio es el medio de información y comunicación que utilizan los pobladores. Allí, la radio no es historia; es un tesoro en presente que descansa en un lugar preciso de la casa; es el objeto que les permite vincularse con lo que ocurre en su comunidad; es una red social.
Los mensajes al poblador rural se escuchan a diario y los pobladores esperan pacientemente ese segmento para recibir noticias de lo que pasa un poco más allá de sus tranqueras. Se trata de un segmento radial en las frecuencias AM patagónicas en el que se transmiten diariamente mensajes en forma gratuita en distintos horarios del día y son leídos en el horario en que el emisor solicita.

 “Quien conozca esta región donde asustan las distancias (…) ahí la comunicación nunca pudo ser normal”

EL PAMPA CRUZ

Las primeras emisoras de mensajes sociales en la Patagonia datan de 1938 por LU4 Radio Comodoro Rivadavia y LU 2 Radio Río Gallegos. Unos años después, en 1943 se creó LU 8 Bariloche de la compañía Broadcasting de la Patagonia, propiedad de las familias Menéndez Behety y Braun; en aquel entonces usaban la radio para coordinar las tareas y enviar mensajes a los distintos puestos de su empresa. Con el tiempo, el servicio de comunicación fue asumiendo su actual función social siendo accesible a otros pobladores.

Los mensajes llegan a las radios en trozos de papel, etiquetas de vino o paquetes de cigarrillos; tienen olor a humo. Algunos llevan personalmente los mensajes, otros aprovechan el viaje de familiares o amigos. Desde que existen teléfonos celulares, algunos son enviados por mensaje de texto e incluso por whatsapp. «Suben a un cerro donde agarran una rayita de señal y mandan un mensaje de texto», declara Marcelo Ramallo, de LRA 54 Ingeniero Jacobacci. Quienes utilizan esta forma de comunicación cuentan con muy poca escolaridad, pero necesitan comunicarse y hacen un esfuerzo enorme por escribir su mensaje con las herramientas que tienen.

Los mensajes sociales que se transmiten pueden agruparse alrededor de temas frecuentes: religiosos, pérdida de animales, información de salud y fallecimientos, información sobre puntos de encuentros, coordinación de entrega de alimentos sobre todo en invierno dado que muchos caminos se vuelven intransitables y la gente queda aislada.

“Hay puesteros que están a 200/300 km adentro y muchos no pueden salir por 90 días, porque los caminos se congelan», relata el periodista Marcelo Gallego quien cuenta que una vez debió leer al aire el un mensaje que parece inverosímil: «No hay manera de entrar al puesto, mate al caballo y cómaselo».

Entre los mensajes suele haber de aviso de cuestiones vinculadas con la organización laboral o política:
“Desde bajada del diablo Juan Silinski, pide a la máquina esquiladora de espinosa que le hagan saber por este mismo medio la fecha de llegada. Los espera con la hacienda encerrada.”

“El lonco de la comunidad mapuche de rio chico, ramón Manuel le informa a todos sus integrantes que se realizará reunión el jueves a las 14 hs. en el salón Comunitario es importante la presencia de todos.”

También, mensajes que anuncian la vida:

“Para Felidoro Millapi, se le comunica que nació tahiana. madre e hija se encuentran bien. si puede viaje.”

“Se comunica Ceferino Huayquil de Blancura Centro que su nuera Isabel dio alus un ermoso baron y ambo se encuentran vien de salu”

Y por supuesto, hay mensajes de amor:

“Rosa le dice a Walter Muñoz que lo quiere mucho y lo estraña y espera verlo pronto porque sin él es como si el sol estuviera en penumbras!”

La extensión breve y la forma de comunicar de los mensajes generan en aquellos oyentes que no son los destinatarios la atracción magnetizante de lo no dicho. Los oyentes se imaginen historias o ríen en soledad mientras escuchan.
«Se le comunica a Ceferino Quidel de Canteras Comallo que el cumpleaños de su hermana se suspende por falta de dinero» (LRA 30, Bariloche)

«Señor Umberto Rodriguez de Paso de los Molles se le comunica que el día 23/06/94 que viaja Ignacio con 40 litros de vino, lo único que tiene que aportar usted es el agua para refinar el vino y venderlo» (LRA 30, Bariloche).

Son frecuentes los avisos de pérdidas de animales y el compromiso que la comunidad de oyentes asume. «Recuerdo un mensaje que un señor avisaba que se le habían escapado 100 chivos. Durante varios días, los distintos puesteros fueron dando aviso del paso de este grupo de animales, el dueño iba escuchando los distintos mensajes en la radio y se iba trasladando por el campo. Los puesteros lo esperaban, le daban comida y cama, hasta que un día un mensaje aseguró que un baqueano había encontrado los animales y los tenía guardados en un corral», relata Adriana Troncoso, quien recibe los mensajes en Radio Nacional de Jacobacci.

Desde hace algunos años, esta forma de comunicación ha sido objeto de atención al ser abordados en cuentos, tesis, canciones, una obra de teatro, documentales, artículos periodísticos, ensayos fotográficos.

“Toda una vida pasaba a través de un mensaje de la radio.”

DORITA DURÉ

Fue Dorita Duré, que trabajó muchos años en Radio Nacional Bariloche, quien puso en valor a los mensajes rurales; al guardar los papeles con los mensajes que más le impactaron, estableció el origen de un pequeño archivo de este capital cultural.
Contó que le impactaba la manera en que llegaban los mensajes: en cualquier pedacito que encontraban, porque le pedían a alguien que se acercara a la radio o que al llegar al pueblo comunicara el mensaje por teléfono.

Había urgencia vital en esas acciones de logística para que el mensaje sea pasado. “Éramos la conexión entre el que venía a dejar el mensaje y el que lo iba a recibir, como si fuera una familia”, remarcó Dorita.

Para ella hoy sólo queda gente mayor en muchos parajes. “Todos quieren ‘tener señal’ porque en la Patagonia profunda los lugares no solo no crecen sino que se achican (la gente se va) parajes donde no queda nadie (los jóvenes se quieren ir porque están desconectados)”

“Hay mensajes que desde la urbe nos parecen fuertes”, comentó. No podían llegar para dar a luz a la ciudad; daban a luz de modo precario. Recuerda un mensaje que muestra el abismo entre el campo y la ciudad: “Por suerte el bebé se salvó”.
En muchos lugares la radio es el único medio de comunicación y al igual que otros testimonios, ella remarcó la intransitabilidad de los caminos en invierno y la necesidad de cuidar el contacto con el afuera asegurando las pilas calentándolas, sacándolas de la radio una vez que finaliza el programa, poniéndolas cerca de la ventana. Es que quedarse sin pilas puede ser dramático.

“Para los pobladores rurales la señal es un lugar geográfico, no se habla de tener señal, sino de ir a la señal. Por ejemplo, en Pilquiniyeu del Limay, la señal se encuentra en la casa más alta del paraje, y el lugar para obtenerla es debajo del marco de una ventana, en donde hay que dejar el celular apoyado y hablar con alta voz, ya que si se mueve de ese preciso lugar, la conexión se pierde».

GABRIELA SALAMIDA

Gabriela Salamida es la directora del documental “Mensajes al poblador” (2014) dedicado a narrar la trayectoria del servicio de mensajes sociales de Radio Nacional Bariloche LRA30 y la importancia que tiene para los pobladores, quienes son protagonistas en el documental y cuentan en primera persona cómo es vivir allí, en la “Patagonia profunda”.
La cámara enfoca la cocina de Enrique Crespo quien relata que nació en esa casa un 19 de junio de 1929 en un paraje llamado Ñirihuau Arriba en el que viven aproximadamente diez familias. “Cerró la escuela porque no había chicos, uno solo había”.

La radio es una compañía y aquello que permite escuchar información de la comunidad; avisos importantes como cuándo estará el médico en la salita de primeros auxilios expresa mirando a quien sostiene la cámara Clementina Millaque, de Pichileufu Abajo, quien se comunica con un celular y envía mensajes a la radio caminando adonde está la señal, “queda cerca 3 o 4 kilómetros”.

Enrique Sandoval vivió hasta su reciente y prematura muerte en el paraje Pichileufu donde viven alrededor de 25 pobladores, a 35 kilómetros de Pilcaniyeu. El mira a la cámara riéndose, como tratando de encontrar la anécdota que refleje esa imperiosa, vital y cotidiana conexión con la radio: “tengo vecinos que a veces nos encontramos de a caballo y el otro viene escuchando la radio que la tiene en el bolsillo; a veces te dice para, para, que están por aparecer los sociales … vamos a escuchar los sociales y después seguimos conversando”.

En el documental Enrique cuenta que su mujer, Eva Painefil, no se separa de la radio. La cámara registra cuando ella sale a hachar leña con la radio en la mano.

“Me conmueven los mensajes que llegan desde Buenos Aires o Córdoba, de chicos que están estudiando alguna carrera Universitaria y les mandan mensajes a sus padres o abuelos avisándoles que aprobaron finales y que falta menos para verlos”.

KARINA LÓPEZ

Karina López vive en Trelew. Es hija de un peón rural. “Mi papá se enteró de que yo nací por un mensaje al poblador rural un 10 de julio de 1980”. En Chubut la única radio AM era LU 20 Radio Chubut y era un canal de comunicación de todos los pobladores.

Sus papás eran analfabetos pero hicieron el esfuerzo para que Karina estudiara; siendo niña debió vivir alejada de su familia ya que al igual que muchos niños de la región, vivió un tiempo en un internado y sólo volvía a su casa durante el verano.
Cuando aprendió a escribir la primera carta fue a LU 20. Se recibió de locutora y comenzó a trabajar en LU 20 AM 580, hace 17 años. Una de las tareas que tiene es leer los mensajes al poblador rural de las 7 de la mañana. En esa radio hay 6 emisiones al día con los mensajes sociales, los cuales son archivados en versión digital. Karina insiste en la vigencia de los programas en el presente porque “La vida del campesino está marcada por los silencios y la soledad y la radio es la mágica compañía que rompe con eso”. Además, es la única informante de lo que ocurre en el pueblo y permite transmitir mensajes desde parajes de difícil acceso.

Al igual que otras voces consultadas, su testimonio acentúa la importancia de estos mensajes en el presente diario de los pobladores de decenas de parajes en la Patagonia. Como Enrique Sandoval, poblador de Pichileufu entrevistado por Gabriela Salamida. En la última escena del documental “Mensajes al poblador rural” Enrique afirma que hoy los servicios sociales son irremplazables “por más que algún día se asfalte la 23 y todo sea mucho más fácil porque es lo que más escucha la gente, la que no está cerca de los caminos”.

“El sol entraba justo y el puestero ni se enteró que le hice la primera foto. Ahí mismo supe que esa sería la imagen de la tapa. La foto deja ver unas manos que sostienen el mate enlozado y la pava; en un banquito con el objeto “radio” como compañía”.

JORGE PICCINI

Mensajes al Poblador rural. Más de 70 años en el aire de la Patagonia (Bex, Bariloche, 2019) es un libro cuyo mentor fue Jorge Piccini, fotógrafo, diseñador gráfico y editor que se mudó al sur desde Entre Ríos hace más de dos décadas; estando aquí, al escuchar la radio los mensajes sociales le generaron curiosidad y también los nombres de los parajes; se propuso conocerlos a ellos y a su gente.

El libro agrupa fotografías tomadas por Piccini de distintos lugares de la estepa patagónica y de una selección de sesenta mensajes al poblador de los cuatrocientos que logró fotografiar a lo largo de años con la ambición de rastrear esos papelitos que fueron sonido y hacer un archivo fotográfico. No fue una tarea fácil dado que con excepción de Esquel las radios no guardaron los mensajes del pasado. Fue un hallazgo dar con el dato de que Dorita Duré quien le mostró su archivo de mensajes al poblador rural y le permitió fotografiarlo.

Cuando Piccini vio los mensajes en letra manuscrita, en sus distintas materialidades, papeles grandes, chicos, boletas, pedazos de papel, pulsos de escritura, caligrafías tan distintas, supo que esos mensajes eran el alma del proyecto editorial en el que se embarcó, el cual, requirió 15 años para concretarse.

Puso imagen a intercambios que a lo largo de los años mantuvo con habitantes de distintos parajes del sur.

El libro ofrece una imagen del universo de los protagonistas de los mensajes al poblador rural. Las pilas, los peines incrustados en la cola de caballo que cuelga de las paredes, el mate, las tortas fritas, los perros, la soledad perceptible en los ojos de los pobladores.

Las fotos dan textura a los mensajes al poblador, recrean universos.

Muestran espacios íntimos que se replican de un modo similar en cada una de las casas.

En el libro hay una foto que habla de dos pilas tamaño D que posan delante de una ventana cuyo vidrio -opaco por la erosión persistente del polvo que el viento mueve- deja entrar la luz. Pero esas pilas hablan de un saber popular. Los pobladores rurales las cuidan para que duren más; las exponen al sol o cerca de las cocinas económicas para que el calor potencie su vida útil.

Las mujeres retratadas siempre están en actividad como Magdalena Manrique de Ñirihuau Arriba, quien falleció hace un tiempo; Piccini la visitó varias veces; estaba fascinado por su vitalidad. En una de las fotografías ella está trabajando con el huso y la lana. Pese a que la imagen es estática transmite el movimiento de sus manos que tienen actitud de destreza, transformando ese montón de lana de oveja en hilo.

Una imagen de este sur está presente en sus diversos registros fotográficos que involucran no sólo saber mirar sino también escuchar, entrar en contacto con los protagonistas de sus retratos, esas sonrisas sin dientes, miradas francas que se dirigen al vacío.

Los distintos materiales audiovisuales, fotográficos, escritos que han surgido en los últimos años en torno a los mensajes sociales traman desde la coralidad archivos de esa Patagonia profunda, al rescatar identidades y personajes recrean una especie de suelo común que une coincidencias, relatos. Escenas, interiores, intimidades de esos universos patagónicos que los mensajes al poblador rural dejan entrever.

Escrito por:

María José Melendo

Filósofa. Docente e investigadora UNCo y UNRN.

1 El texto resultó en octubre de 2023 finalista en el V Concurso de Crónica Patagónica organizado por la Fundación de Periodismo Patagónico.

Esta crónica tuvo su origen en el libro de Jorge Piccini “Mensajes al poblador rural” (editado por BEX en 2019) que despertó mi interés por el universo de los mensajes al poblador rural en la patagonia argentina. Le agradezco a Jorge su generosidad y predisposición para responder a mis numerosas preguntas y consultas y por permitir la publicación de algunas de las fotografías de su libro en este artículo. Fue él quien me conectó con Dorita Duré, Gabriela Salamida y Karina López. Ellas atendieron a mis mensajes y me brindaron información esencial para este escrito; siento que de algún modo, sus voces vuelven al texto quien es.

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