-¿Cómo surge la idea de hacer un laberinto?
– El laberinto nace en el ´92 que lo conozco a mi marido, yo tenía 19 años y él 31, contexto, no había internet, nada. Una de las primeras charlas que tuvimos fue que él tenía el sueño de tener un laberinto, y yo pensé ah! como el mito de Ariadna y Teseo; de Ícaro y Dédalo dijo él, que conocía la otra parte del mito. Y esa fue la primer semillita del laberinto.
Comenzó a ser un objetivo, limpiamos la tierra, plantamos los árboles y mientras íbamos dibujando en una cartulina con lápiz el diseño, lo hacíamos con lápiz para poder ir borrando y replanteando. Nos llevó 2 años el laberinto y aparece como un proceso nuestro, como un proceso de él que yo acompaño, se convierte en el signo de nuestra pareja. Trabajábamos, íbamos a Buenos Aires juntábamos plata, volvíamos, le poníamos riego al laberinto, era una locura nuestra, en otra búsqueda, no era para turistas.
En nuestra búsqueda, que duró 16 años, aprendimos que los laberintos son nodos energéticos. A nosotros nos significó cultivar la paciencia, la focalización en algo, y el proceso de qué te va pasando en todos esos años. Era claramente un proceso interno. No tuvimos hijos hasta que terminamos el laberinto, que vinieron los mellizos.
“Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida.”
Eladia Velazquez.
–¿Qué te hizo apostar por este proyecto para alimentarlo y sostenerlo así?
A mi me gusta la frase de Eladia Velazquez que es algo así como “durar y transcurrir no te da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir, honrar la vida.”; yo siento que desde que tengo 14 años honro la vida, para mi la vida es un pulso permanente y es el aquí y el ahora, nos comieron la cabeza de que el tiempo es lineal de que hay un atrás y un adelante. Es un pulso permanente con experiencias.
La idea de futuro a veces te hace sentir que no llegas. Y en esto de pulsarla crece el laberinto, aparecen nuestros hijos y siempre en la búsqueda de que hay algo más. El proceso es potente, es mucho más intenso el proceso interno que el externo y todo lo que se ve parece que pesa más.
Todo el tiempo tengo como una sed de búsqueda permanente, de ir más allá, atravesada por la belleza, porque los seres humanos somos los únicos seres vivos que tenemos la capacidad de percibir belleza. Cualquier ser humano, de cualquier condición va a saber diferenciar lo bello y lo feo. Lo bueno y lo malo es cultural, pero la belleza es un concepto que nos invade a todos. Entonces no podemos ser ajenos a eso. Todos lo podemos percibir, en una flor, un amanecer, un pelaje, un auto lindo. Para mi en eso se basa el arte, si no te conmueve lo que ves, si no te atraviesa lo que ves, ¿qué es? El laberinto con su paisaje tiene que ver con esta emoción de mostrar belleza. Tiene que estar adentro para que salga, si no no sucede.
El laberinto con su paisaje tiene que ver con esta emoción de mostrar belleza.
Doris Romera
-En esto de “perderse para encontrarse” ¿Cómo diseñaron el laberinto?
-Lo más bello es el diseño del laberinto, leímos y estudiamos de distintos lados para armar esto, desde relatos de Jorge Luis Borges, a mitología Griega y también de los pueblos originarios de acá, de otras religiones también como la Kabbalah y así fuimos dibujando con lápiz en la cartulina la forma que tomaría el laberinto. En el libro que hicimos pudimos plasmar todo este espíritu.
La entrada es el nacimiento, la salida es la muerte, pero lo más groso de todo es el camino. Siempre vas pensando en el futuro, para adelante ¿y el proceso, el camino, que es lo que tiene la vida? Lo otro es entrar y salir, nos va a pasar siempre y es lo que le sucede a la humanidad.
Cuando uno visita el laberinto en la tienda de regalos está disponible un libro que relata su historia y que está ilustrado con imágenes de alto impacto visual, elaboradas en el laberinto con técnicas que dejan ver cómo las luces marcan el recorrido. Vuelve a aparecer lo simbólico, el concepto de fuego, de serpiente ¿Cómo fue la creación de este material?
Nos reencontramos con Alejandro, mi amigo, en el mismo proceso de crear y tenía ganas de contar la historia del laberinto, en forma de fotografía nocturna. Mi marido dice que la noche muestra lo que la luz del día oculta. De noche iluminás y la información se limita a donde vos echas luz, todo el resto se va percibiendo, es muy diferente lo que se genera, y me pareció muy interesante contar la historia de noche.
En esta movida hicimos el libro, y nos agarró la pandemia. Estábamos haciendo fotos en la meseta chubutense, sin señal de celulares, nada, nos habíamos ido como diez días. Cuando se nos conectan los teléfonos y demás vimos la situación de pandemia, teníamos que volver, yo pensaba en mi marido, mis hijos. Fui a hablar con el Intendente para buscar la manera de regresar, nos hicieron un salvoconducto y cuando pudimos llegar invité a mi amigo a quedarse en mi casa, en una tiny house que tengo.
Aprovechamos este tiempo para hacer la obra “Nature», de fotografía nocturna que pudimos exponer en el Centro Cultural San Martín de Buenos Aires y en Miami. En esas noches de fotografía, salió la idea de armar una galería en el laberinto, ahí aparece GAL, en plena pandemia.
-¿Cómo fue apareciendo el concepto de galería con muestra inmersiva?
-Para mi la idea de fotografía estática, enmarcada, no va más. Pensaba en imprimir en telas, que de alguna forma rompamos, saquemos la imagen de la pared y le demos alas.
Pero como son las cosas en la vida, en un momento después de la pandemia con mi amigo nos peleamos mal. Tuvimos una discusión de egos y ahí aprendí que el artista tiene que trascender su ego, una vez que creó la obra no le pertenece, si te fijas los grandes artistas fueron póstumos.
En ese momento la obra de la galería ya la habíamos comenzado y tenía que seguir, había pedido unos créditos súper largos para la obra. En un momento entré en crisis porque era un proyecto en equipo, pero estaba muy convencida. Y en esa crisis, salté al vacío y sin red. Un buen día en lo de una amiga veo que tenía un proyector y se lo pido para tirar una imagen en esas paredes y probar cómo quedaba.La verdad ¡¡¡me encantó!!! automáticamente quise comenzar a armar un proyecto con eso.
–¿Cómo fue ese proceso de armado?
-Primero comencé a realizar averiguaciones, y vi que los proyectores Epson son los adecuados, son proyectores láser de tiro corto, me contacté con ellos para gestionar equipos, salen $8.000 USD y justo no habían en Argentina, ellos tienen un rental, se entusiasmaron con el proyecto, los convencí y me ofrecieron prestarme cuatro proyectores. A su vez me mandaron un técnico, Seba, que estuvo un mes y medio viviendo en casa, ya era parte de la familia, comía con nosotros todo; él es especialista en mapping así que comenzamos a trabajar con él y el equipo que armamos para esto, a probar la grilla e ir armando.
Mientras tanto, si bien íbamos avanzando con el proyecto de GAL, yo sentía tristeza por la ausencia de mi amigo Alejandro, que es con quien ideamos todo esto. Fue algo que charlé con varios amigos que tenemos en común, entonces un poco por consejo de ellos y demás nos pudimos amigar, así pudimos continuar con el proyecto, yo me sentía más tranquila.
–Esa proyección animada había que diseñarla, hacerla, y convertirla en una muestra inmersiva, ¿Cómo se logró?
-Armé un equipo, con unas amigas que son más jóvenes que yo y se recibieron de la carrera en audiovisuales que está en Bolsón, en la Universidad de Río Negro, les consulté si les daba para encarar algo así, y les encantó, María Fernanda, Meme, Juli y Kevin que se suma a hacer el sonido.
Yo quería mostrar los elementos, y hacer una instalación por año. Comenzamos a armarla, nunca habían hecho mapping, ni intervenciones como estas, se instaló el técnico acá y les enseñó a usar un programa que se llama resolume. Imaginate yo sé prender y apagar la compu no más, pero aprendí. Eso sí, tengo mucha claridad de lo que quiero y las chicas interpretan inmediatamente, entonces nos reunimos, conversamos y comenzamos a trabajar, el primero fue fuego. Ahora cada instalación es más loca, porque tenemos en claro qué queremos hacer y conocemos mejor las herramientas para construir. Y así salió GAL, Galería de Arte Laberinto y es así, inmersivo. Hace poco vino el representante de Epson a ver la obra.
–Una vez en funcionamiento ¿cómo lo ves en la dinámica junto con el laberinto?
-Uno sale del laberinto re expandido, con la dopamina fuerte, porque caminás, te oxigenás, todo. Y la idea era hacer el proceso de introspección, porque en ese recorrido suceden cosas. Mostrar un poco de arte en ese estado de expansión, estás más abierto para captar eso, encima tirado en el piso. Salir del laberinto y entrar y meterse en la galería, no hay bordes. Entrás ahí y te entregás, conmueve. Pero claro, es para los más osados, que se animan.
–¿De qué manera apareció la idea de trabajar con los elementos?
-Particularmente tengo un tema con el fuego, sobre todo a raíz del incendio que tuvimos que quemó 14.000 hectáreas, dejando una grieta social que va a requerir muchos años acomodarla, y que es trágica para mi, porque quemó principalmente asentamientos, es decir las ocupaciones que estaban dentro de los pinares y que a partir de esta situación generaron otras ocupaciones.
Los asentamientos son utilizados por los dirigentes de turno y no tienen conciencia de que son seres humanos los que están habitando esos lugares y los están condenando a la mirada del resto y además ahí no hay condiciones para vivir, no hay luz, no hay gas, no hay agua, no hay nada. Se empiezan a convertir en el chivo expiatorio de la sociedad que los rodea, entonces pensé, vamos a darle una vuelta a todo esto ¿qué hace el fuego? el fuego transmuta. Yo pienso que cada cosa que llega a su máximo poder de evolución luego tiene que desaparecer, para seguir evolucionando en otra forma, entonces estas ocupaciones que estaban escondidas, que estaban pero no se veían, había que echarles luz, todo lo que no da para más tiene que desaparecer, y va a tomar otra forma, nos gustará o no, es durísimo, pero está en ese proceso de evolución y en algún punto esto fue visibilizar esa situación.
Empecemos a amigarnos con la idea del fuego, si no está demonizado el fuego y que es un elemento de transformación, y que después de eso viene una forma nueva, que nos va a costar, nos va a hacer replantear cosas, pero va a estar en un proceso de evolución, la vida empuja la vida, siempre va para adelante.
La vida empuja la vida, siempre va para adelante.
…en medio del invierno, descubrí que había dentro de mí, un verano invencible. y eso me hace feliz. porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mí hay algo mejor empujando de vuelta.
Verano 1953 . Albert Camus
Con el fuego fue eso, como elemento de transmutación, lo que viene siempre va a ser para mejor.
-En medio del contexto de los incendios, ¿cómo sacas al fuego del lugar demonizado en el que estaba?
-El incendio se había politizado, entonces les propuse a las chicas que cambiemos la historia. Las primeras imágenes que salieron fueron polémicas porque nos paramos desde una forma poética, y yo pienso que ese es el lugar, una forma poética y amorosa, yo quiero contar lo que deja ese proceso, no deja cenizas, deja nuevas cosas.
Así nace ese plan de comenzar por fuego que es la transmutación y luego tierra, que es la consciencia y vendrá agua que es la expansión y vendrá aire que contiene todo.
En esta cosa así nos juntamos a hablar y ver qué queremos contar, cómo queremos que suceda. Ellas son unas grosas, porque dibujan, piensan, captan, y desarrollan amplificando todo sin nunca haberlo hecho con esta técnica y así vamos buscando la nueva forma.
–Abrir esta experiencia al público, en este lugar me imagino que trajo sus desafíos y análisis. Ver si esto funcionaría, cómo lo tomaría la gente, qué valor tienen este tipo de muestras en otros lados. ¿Qué fue lo que tuvieron en cuenta ustedes a la hora de abrirlo al público y pensar un precio de entrada?
-En principio para mi fue fundamental que esto pueda ser accesible, porque eso también, el arte es de una élite, ¿cuánta gente lo puede hacer? las obras son carísimas, las entradas altísimas, sigue siendo para algunos, y nosotros el público que tenemos en el laberinto, es clase media trabajadora. Y ahí dije, tiene que ser algo que nos permita un ingreso pero que también los niños que vienen puedan verlo, las abuelas, la familia que vienen. Que no dejen de tener esta experiencia. Entonces hicimos un súper arreglo económico con el equipo con el que trabajé y nos repartimos 65%-35%, con la intención de que genere un dinero, porque todos tenemos que vivir, pero se abre cobrando una entrada accesible.
–¿Cómo se relaciona el público con esta propuesta, que resulta novedosa?
-En invierno dejan los zapatos afuera, los paisanos dejan el sombrero y se meten a ver la muestra y eso no tiene precio para mi. Una persona que vino dejó escrito en el libro de visitas, “Fue lo más impresionante que vi en mi vida”. Entonces ahí es donde el arte transforma, pero es para todos, cuando todos tenemos la posibilidad de verlo.
Y ahí es donde yo cuestiono ¿a dónde se paran los artistas?, la muestra de Nature en Miami fue espectacular pero si no la ve el que nunca podría verla, dudo que haya un proceso real, queda en el mercado, en el sistema y yo apuesto con GAL, a esto, a esta historia de que todos puedan acceder y que no tenga un tinte ideológico y disruptivo, es simplemente mostrar un proceso, que vaya más allá y que la gente lo sienta, creo que lo estamos logrando. Este año inauguramos agua el 15 de Febrero, y el sueño es salir a mostrarlo en alguna bienal.
Apuesto con GAL a que todos puedan acceder y que no tenga un tinte ideológico y disruptivo, es simplemente mostrar un proceso que vaya más allá y que la gente lo sienta.
Doris Romera
–Hablemos un poco de vos ¿Quién es Doris Romera?
-Cuando me preguntan profesión yo digo librepensadora, lo sigo poniendo, con 51 años, “librepensadora”. Terminé el secundario en Bolsón en el ´81, era otro momento, en esa época era como vivir en un cuento, el mundo era nuestro, esa era la sensación, éramos los dueños del mundo. Y eso ayudó muchísimo porque cuando sentis que sos el dueño del mundo no hay límites, recién cuando tuve 15 años apareció la televisión y además me crié con una madre muy hippie que me enseñó la rebeldía, sumado a que mi padre fue desaparecido en el proceso militar, entonces al rebeldía era absoluta en mi entorno.
De más grande me fui a estudiar biología, luego me cambié a la licenciatura en turismo y cuando me quisieron encajonar en un sistema no hubo manera ¿qué hago acá? esto es antiguo, los profesores, el sistema, la forma que enseña. ¿Cuál es el plan? ¿Matarme? los cinco docentes malos, diciendo si sé o no sé. La sensación que tenía cada vez que iba a rendir, parecía el pelotón de fusilamiento, encima el nivel de angustia que produce en una persona en formación, no es saludable para nada. Claramente no es por acá.
Luego conocí a mi marido, la familia de él tenía un corralón de construcción en Buenos Aires, empecé a trabajar ahí y mi primer acto de querer cosas nuevas fue cuando estaba en la ferretería, yo siempre cuento esta historia cuando doy charlas de emprendedurismo.
Había unas piezas, los codos cromados, empezaban a usarse los vanitory con la cañería a la vista y no había piezas cromadas para que queden a la vista, entonces se me ocurrió conseguir un cromador y empezamos a ser el único lugar que vendía estas piezas. Luego ellos me invitaron a que conozca al dueño, para negociar la fabricación y venta de esas piezas.
Cuando sentis que sos el dueño del mundo no hay límites.
–Es fácil ver que la forma en la que vivís es desde una mirada sensible, creadora, artística ¿Cómo se da tu vínculo con el arte?
-Escribía y escribo poesía, gané un concurso, me editaron un libro, y siempre necesito expresarme. En las distintas instancias del laberinto y cómo fuimos armándolo pude canalizar esta necesidad. Afloró otra vez la mirada poética con el libro que hicimos con Alejandro, tengo una sensación de que si es bello para mi, es entrar en una frecuencia, y esta frecuencia no es mía, y si la vibro yo, la van a vibrar todos. Yo lo vivo así.
Ese es el viaje. Por ejemplo cuando abrimos la confitería con la creación de la pastelería, ahora con GAL también puedo hacer eso.
Actualmente estoy en un proyecto en Piedra Parada, tenemos un campo ahí y mi plan es hacer una residencia artística, no hay señal de internet, no hay electricidad, no hay nada.
Estoy terminando una casa, y si el banco Chubut me da el crédito que quiero puedo seguir avanzando, y yo la verdad que los admiro a los del bancos, porque cada vez que me ven dicen “¿y ahora con qué venis Doris?”, y que un lugar así de tanta estructura, y formalidades como es un banco se anime a apostar a mis ideas locas me provoca admiración. En Piedra Parada tengo este proyecto porque creo que hay necesidad de desconectar y reconectar con nosotros mismos, donde estamos. Para mi uno crea lo que cree y es expansivo.
-Volvamos a la creación de la pastelería de la confitería, ¿cómo fue?
-Cuando vivía en Buenos Aires estudié tres años gastronomía con Francis Malman, entonces ante la necesidad de hacer las tortas, confié en que iba a poder hacerlo.
Me junté con una amiga, delirante como yo y diseñamos otro tipo de pastelería, todo con fruta fresca cultivada por nosotros, con crema de verdad, como si hiciéramos la torta en casa como cuando éramos chicos, con poca azúcar, para que se sienta el sabor de las cosas. Así salió la torta de lavanda, y una de espinaca y frutilla. Nosotros hacemos macarrones también y diseñé el relleno con las yemas que quedaban y la lavanda, convirtiéndolo en un cremoso de lavanda. Cuando uno hace sin estructura es más libre, y salió esa pastelería increíble del laberinto que hoy se consagró como la pastelería de la zona.
–Por lo que contás a la hora de iniciar nuevos proyectos siempre estás rodeada de buenas amistades.
-Tengo muchos amigos socios que se involucran con esto, y nos repartimos utilidades y disfrutamos juntos de esto. Cada quien tiene su lugar y su manera, por ejemplo la pirka del jardín de GAL es de la escultora Luna Paiva, y mi amigo Marcelo Burlón me la regaló, el significado del equilibrio, del tótem, me encantó. Él viene cada tanto, es DJ, toca, trae a sus amigos, y hacemos festivales. También exhibimos obras de distintos artistas de la zona, que son amigos de la casa y de los que no lo son, ¡nos hacemos! Es todo muy cercano, muy descontracturado y fluido.
–Nos contás todo esta historia de tu vida con muchísima naturalidad, pero recordemos que no es frecuente que alguien tenga un laberinto en el patio de la casa o una galería y así…me imagino que hay momentos de cuestionamientos ¿Cómo te llevas con las resistencias?
-La resistencia siempre es del que emana, son más procesos mentales que otra cosa.
Los seres humanos somos los que emanamos belleza. A veces tengo estados feos, y trato de volver a este estado. Yo soy creadora de lo que creo. Sería genial vibrar en la misma porque de esa manera somos imparables. Siempre trato de estar en este estado porque es el que más me gusta, es mi mejor versión, a veces me dicen que soy hiper optimista y yo creo que el universo es hiper optimista, un manzano vuelve a dar fruta, un árbol florece año tras año, no importa si llueve o no, va a dar manzanas, menos o más.
–Para mi el artista tiene que reinar sobre sí mismo, y cuando tiene eso la onda expansiva hace lo suyo. El ego para mi es una construcción cultural, ¿de dónde? ¿quién determina qué? ¿desde cuándo? ¿desde dónde? ¿por qué? ¿porque tu obra se vendió más?
-Si tenemos que hacer una revolución es contra eso, contra nosotros mismos y el ego.
Mi padre estaba equivocado, entregó su vida para una revolución que estaba afuera. Era cultural, del sistema. La revolución es con uno mismo.
Las generaciones más jóvenes fluyen, no se la cuestionan, van. Son más felices, porque no se frustran por seguir un deber. Van por lo que quieren, en búsqueda de su camino. Nuestro desafío como generación es aceptar a estos seres que vienen, entenderlos en ese proceso.
Los chubutenses se adueñaron del laberinto, es su lugar, el que viene de afuera no cree que somos argentinos los que hicimos esto, y es fuerte porque piensan que lo bueno viene de afuera. Para mi es una especie de insulto, ¿vos pensas que nada bueno puede salir de acá?
–Lo más reciente que inauguraron en el Laberinto fue la sidrería con el restaurant, permanentemente están reinvirtiendo, haciendo crecer este proyecto ¿Cómo se fue dando?
-El público demanda gastronomía, nosotros hacemos sidra, entonces ahí mi cuñado y mi hermana inauguraron el restaurante. Todo el mundo piensa que la plata viene de no sé dónde. Ellos vendieron un campo y lo invirtieron acá. Por mi parte, me crié en el Bolsón, no me fui al extranjero, no heredé nada, soy una persona como cualquiera, con la convicción de hacer, y para lograrlo me muevo y si para lograrlo tengo que manejarme prolijamente, lo hago y creo que más allá de nuestros dirigentes Argentina es el mejor país del mundo para hacer. Eso si, veo que hay como un sesgo de merecimiento, como que nosotros no somos capaces de hacer algo y si bien se dice que nadie es profeta en su tierra, yo veo que es mentira, cuando cumplimos 10 años con el laberinto la gente participó re bien y siento que nos reconocen.
Laberinto Patagonia en números
– Se trata de uno de los laberintos más grandes de Sudamérica.
– Se encuentra enclavado en un predio de 5 hectáreas rodeado de bosque nativos.
– Se ubica a sólo 4 kilómetros del casco urbano de la localidad chubutense de El Hoyo.
– El Laberinto está hecho con un cerco vivo de 8.000 metros cuadrados.
– Tiene 2.200 metros de sendero para recorrer.
– Comenzó su historia en 1996.
– Para su diseño y creación se tomaron en cuenta conocimientos de la Kabbalah, de geometría sagrada, mitología, filosofía.
– Tomó 10 años ver crecer los más de 2.000 cipreses que tiene el laberinto.
Escrito por:
MARINA PASEIRO
Coordinadora general Revista CUAD