Era la postal diaria, la imagen en la que ninguno en Aguada de Guerra se detenía. Esa porción de tierra agreste y con algunos árboles, permanecía rodeada por un recinto que impedía el acceso. El cerco existía desde que unos caballos sueltos iban y comían los árboles. En el pequeño pueblo pasó el tiempo, los animales ya no estaban, pero el espacio permanecía igual. Hasta que un día, estudiantes y docentes de la UNRN visitaron la localidad. En el recorrido, la pregunta fue instantánea. ¿Por qué nadie usa este espacio si es uno de los pocos lugares en los que cuentan con sombra?
Allí nació un proyecto de extensión. La acción concreta fue sacar el recinto, armar con piedras del lugar distintos espacios, marcar dos circuitos de caminata, nombrarlo e instalar un equipamiento pequeño. “Ahora Aguada de Guerra tiene una plaza, pero ya estaba. Lo que hicimos fue hacerlo visible para ellos”, subrayó Andrea Tapia, vicerrectora de la UNRN.
“Modelos de ciudad puede haber tantos como gente”, aseguró la especialista, quien desde su lugar impulsa a nuevos profesionales de la Arquitectura a trascender la visión de un lote y visibilizar el territorio. Ponderar el paisaje y valorizar los recursos que hacen a la particularidad de cada lugar, los desafíos que se imponen.
C- ¿Cómo aborda la Universidad las distintas actividades en el territorio rionegrino?
AT- La carrera de Arquitectura este año cumple 5 años. Vamos a tener los primeros egresados el año que viene. Las actividades que se fueron desarrollando en la Línea Sur fueron para generar espacios públicos a partir de ayudar a las personas a ver y valorizar su propio paisaje.
Nosotros en un cañadón vemos la posibilidad de la construcción de paisaje. Tal vez la gente que no tiene recolección de residuos ve la posibilidad de esconder la basura. Hay que trabajar sobre la visión de que tener un cañadón es tener un recurso paisajístico que puede ser utilizado para cuestiones paisajísticas y la basura se tiene que tirar en otro lugar. Pero si a ese cañadón le hago una vereda, señalizo algunas formaciones geológicas para que pueda entender lo que está viendo, lo convierto en un parque con muy poquitas acciones también, la gente que vive alrededor del cañadón también va a empezar a calificar sus propias casas. A la gente no le gusta vivir mal. En cada espacio hay recursos paisajísticos que valorizan el propio pueblo o ciudad, pero hay que hacer que la ciudadanía lo vea. La mirada es clave.
C- ¿Por qué es importante el territorio?
AT- Lo que construimos es importante porque forma parte de nuestro propio hábitat, pero lo que es más importante es el territorio con todo lo que conlleva: la dimensión cultural, histórica, natural. Si las veo, las puedo entender y usar a mi favor, de manera colaborativa, no extractiva ni depredadora.
Vine a la UNRN para armar la carrera de Arquitectura con esta visión particular. Aparte de ser la facultad pública más austral, tiene una visión territorial y urbanística que las otras carreras no tienen. Acá desde primer año los estudiantes estudian tanto el objeto arquitectónico como el territorio. Y sobre todo el concepto de paisaje, para entender que cualquier cosa se hace en un paisaje. Que no lo vean es una cuestión de conocimiento, pero el paisaje está. Cuando dicen que la Patagonia está vacía es mentira. Así está en los ojos que lo miran.
Lo que se hace en la Universidad es construir esa mirada para que pueda tener una clara concepción de su propio paisaje, y este territorio que tiene un paisaje particular.
C- ¿Por qué se afirma que “la ciudad se construye”?
AT- La ciudad es el espacio en dónde se construye ciudadanía. El ser individual entra en contacto con otros y construye un colectivo. Ese es el fin último de la ciudad, el de generar un colectivo de valores compartidos mediante los cuales se ponen de acuerdo en cómo van a convivir. Para que eso suceda, la ciudad tiene que tener determinadas características cualitativas, es decir, tiene que generar y tener los espacios de convivencia para que esos valores se puedan construir.
Los espacios públicos dentro de la ciudad son intervenciones que muestran, a lo largo de la historia, las concepciones urbanísticas. Donde hay una plaza hubo una intencionalidad simbólica de representación, o de la generación de un espacio público natural que nutra la ciudad.
C- ¿Por qué la ciudad medieval no generaba ciudadanía?
AT- La ciudad medieval no tenía esos espacios. Se generaba desde una intencionalidad privada de vivir en un colectivo bajo ciertas normas que eran del señor que generaba la ciudad, no de un colectivo. La ciudad en la actualidad es ese espacio en dónde el Estado debería garantizar que sucedan esos encuentros en donde se generan valores compartidos. La plaza es el lugar en donde por excelencia se genera ciudadanía.
En el siglo XX lo que pasó en líneas generales es que perdimos el contacto con la naturaleza. El progreso produjo la separación, por eso estamos como estamos ahora. Y no es que uno tiene que ser natural en el sentido prehistórico, sino tener conciencia de los ciclos vitales de la naturaleza.
C- ¿Cómo proyectarnos hacia al futuro como ciudad?
AT- Es un trabajo colectivo. Todos los integrantes de una ciudad deberíamos preguntarnos cómo queremos seguir viviendo. La construcción es colectiva, nadie puede decir “la ciudad debe ser así». Cada ciudad tiene su propia idiosincrasia, sin ir lejos, el Valle es un sistema de ciudades, con sus propias particularidades comunes pero totalmente diferentes entre sí.
C- ¿Cuál es su opinión sobre el corredor de ciudades del Alto Valle?
AT- No hubiese vuelto a Argentina si no venía acá. Porque estas ciudades tienen buena calidad de vida. Roca es una ciudad amigable, tiene buena escala, buenos espacios públicos, un paisaje espectacular. No cualquiera en 10 minutos está en un río o una barda, tiene paisajes con una gran fuerza. La meseta, las bardas, el río. El área productiva. La impronta que tiene el Valle por lo que fue la construcción. Estar en un territorio artificial, pero con un calor ambiental como es el área productiva, los canales, el reconocimiento del agua, eso no está en muchas partes.
“El equilibrio y la supervivencia del Valle dependen de entender que el área productiva es fundamental para que se viva bien en las ciudades en las escalas que tienen ahora”.
Andrea Tapia / Vicerrectora de la UNRN
C- Se está transformando la producción…
AT- Va en cómo entiendo la producción, si lo hago en términos no solamente económicos, sino también políticos y culturales. Cuando la producción es un elemento identitario, es el origen de las ciudades, este tipo de producción en éste tipo de apropiación de la tierra, en Europa por ejemplo habría una política de protección con subsidios. Porque es identitario, lo identitario también vende. El ingreso entra por otro lado, el turístico, entonces estaría protegida.
Esta provincia tiene potencialidades. El tener a 500 kilómetros Bariloche y a otros 500 kilómetros el Atlántico, eso es una ventaja comparativa que en ninguna parte la tienen. Eso es un lujo. Hablando de posicionamiento físico y los recursos que hay, es un lugar que puede ser la joya.
C- ¿Es lo mismo vivir que habitar?
AT- Un habitante no es un ciudadano. Uno puede habitar un espacio sin estar comprometido con ello. El ciudadano está comprometido. Creo que habitar no es lo mismo que vivir, entendiendo que vivir tiene que ver con varias dimensiones. Vivir la vida, cómo vivo, qué satisfacciones tengo. Vivir implica muchos significados. En hábitat habla de dignidad. Uno vive no solamente un espacio, vive el tiempo. Uno puede habitar y vivir el paisaje.
C- Entonces, ¿cuál es el desafío desde la Universidad?
AT- Desde la universidad tratamos de formar ciudadanos responsables. Todo esto es desde la carrera de Arquitectura, pero se derrama en todo. Trabajamos con los paleontólogos pero derrama en que vos entiendas que hay reservorios paleontológicos en determinados lugares. Con una visión de sistema, de soberanía, de resguardo y de legar a las futuras generaciones lo que tenemos hoy.
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Andrea Tapia dice que tuvo una formación centrista. Nació y vivió en La Plata hasta sus 30 años. Estudió Arquitectura en una universidad tradicional. Luego de la crisis económica del 2001 apostó a una nueva vida en Italia, junto a su marido y sus pequeños hijos. Se instalaron en la isla de Cerdeña, en donde realizó el Doctorado en Proyecto del Espacio Ambiental. “Tiene una concepción de sostenibilidad, de reconocimiento a las culturas y lo hago en una isla que tiene más de 5000 años de cultura urbana arquitectónica. Tiene muchas culturas, una cantidad de estratos que hacen al territorio. Ahí empecé a ver desde otro lugar la construcción de la ciudad, del territorio, del paisaje. Una concepción mucho más integral, desde el territorio más que de lo construido. Lo construido es posterior”.
Terminó el doctorado, hizo investigaciones y fue profesora visitante desde el 2004 al 2013 en distintas ciudades europeas y en Brasil también. “Me fui especializando en temas de ciudad. Soy especialista en ciudades globales, lo que me interesa es la transformación de las ciudades en los últimos 30 años”.
Escrito por:
Revista Cuad