Mucho se habla en estos tiempos respecto del apoyo o no del Estado a la Cultura, o de los recortes presupuestarios a distintos entes u organismos, lo que ha generado todo tipo de intercambios y opiniones al respecto. Para emitir una opinión seria y despojada de cualquier consigna o posicionamiento político sectorial, es necesario saber de qué estamos hablando cuando nos referimos a la cultura, dada la amplitud de dicha acepción, ya que se trata de la acción creadora del ser humano como ser social.
Desde la antigüedad se ha intentado definir el término cultura, debido a la gran cantidad de elementos que intervienen e interactúan en las comunidades, comprensivas de la literatura, la historia, la filosofía, la ciencia, el arte y la música, como así también los modos de vida, religión, tradición, idioma, valores, entre otros. También es dable destacar que la cultura implica identidad y sentido de pertenencia, trasmitiéndose de generación en generación, con el dinamismo propio de las sociedades. “La cultura forma parte de nuestro ser y configura nuestra identidad. Sin cultura no hay desarrollo sostenible”, (UNESCO 2015). También hay que saber que, el Estado es la comunidad política y jurídicamente organizada, es decir, el estado somos todos los habitantes, y son los gobiernos, de carácter temporal, quienes en representación de los ciudadanos definen sus políticas a aplicar en un determinado período que les corresponde gobernar. Sin embargo el debate respecto de las políticas culturales que aplican los distintos gobiernos es de vieja data, como también lo son los cuestionamientos.
“La cultura forma parte de nuestro ser y configura nuestra identidad. Sin cultura no hay desarrollo sostenible”
UNESCO 2015
En 1848 el poeta y dramaturgo francés Víctor Hugo, ante una propuesta gubernamental de recorte presupuestario al área cultural sostuvo, “ afirmo, señores, que las reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas, son insignificantes desde el punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista”. El profesor y filósofo italiano Nuccio Ordine, en su manifiesto “La utilidad de lo inútil”, es categórico al sostener, “Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo”, y continúa diciendo “en nuestra sociedad se considera útil sólo aquello que produce beneficios.
Por esa lógica, la música, la literatura, el arte, las bibliotecas, los archivos de Estado, la arqueología, son todas cosas que se consideran inútiles porque no producen beneficios. Por eso no nos extraña que, cuando los gobiernos hacen recortes, comienzan por estas cosas inútiles sin darse cuenta de que, si eliminamos lo inútil, cortamos el futuro de la humanidad”. En “Cultura Ingobernable”, Jazmín Beirak analiza el estado de la cultura en España, “Ni en los proyectos progresistas ni en los proyectos conservadores parece prestársele atención. En el orden de prioridades de las políticas públicas, la cultura suele tener una consideración secundaria como algo prescindible, cuando no totalmente superfluo o un lujo accesorio. Por lo general, atender las necesidades de la cultura se coloca siempre después de todas las cosas que son «de verdad» importantes”.
Entonces como primera conclusión en cuanto al debate instalado por estos días en nuestro país, cabría decir que la música es solo una parte de eso tan amplio que es la cultura, considerada como un subgénero entre las diversas ramas del arte. Que también es cierto que los gobiernos utilizan a algunas expresiones culturales a través de artistas conocidos o militantes, y con el tiempo han resentido las áreas culturales que tendrían que ser de acompañamiento de las actividades culturales de la sociedad, para utilizar gran parte de su presupuesto en burocracia administrativa, desviando el verdadero objeto de fomento a la cultura y dejando de lado un sentido federal de ese apoyo.
Sería muy importante que la sociedad mayoritariamente, como hacedora de cultura, reclame a los gobiernos el acompañamiento y apoyo necesario a los proyectos culturales que se desarrollan a lo largo y ancho de nuestro país, ya que solo con esa legitimación de reclamo podremos ser oídos por quienes circunstancialmente nos gobiernan. Es necesario que la cultura tenga el lugar que se merece en las políticas públicas y no entrar en el reduccionismo de creer que lo que debatimos es la cultura de verdad, cuando en realidad se trata de alguna situación puntual, solo por razones mediáticas de oportunidad, o por defender privilegios a través de los subsidios entregados a gente de un sector afín a quien los entrega. En definitiva, a la cultura no la hacen los gobiernos, la hacen los pueblos a través de su acción creativa en sus diversas expresiones, y el Estado debe acompañar y fomentar las mismas, con un amplio sentido federal.
Rodolfo R. Romero, es el presidente del museo de la música de Bovril, es abogado, nacido el 30 de Abril de 1955 en Entre Ríos, oriundo de la localidad de Bovril, también ha sido habitante de la provincia de Río Negro, y ahora en sus años de trayectoria en el magistrado, goza de escribir y reflexionar sobre los distintos temas que circulan en la actualidad. Entre sus hobbies están el fútbol y la música; para conocer más de él pueden encontrarlo en facebook.
Escrito por:
RODOLFO R. ROMERO
Colaborador Revista CUAD