A Verónica Arévalo Schiavo le brillan los ojos. Son las nueve de la mañana de un lunes, y aunque viene de estar todo el fin de semana acompañando a los técnicos que se ocupan de la iluminación del Auditorio Dr. Tilo Rajneri, en Fundación Cultural Patagonia (FCP), no se le nota el cansancio. La directora del Ballet Clásico y Contemporáneo FCP desde febrero de este año quería hacer algo emblemático para estrenar su cargo. Y en pocos días más, cumplirá su sueño: el cuerpo de baile de la institución subirá a escena con la puesta completa de “El lago de los cisnes”, con música de Piotr Illych Tchaikovsky, en cuatro funciones: viernes 13, sábado 14, viernes 20 y sábado 21, todas a las 21.
“Desde el primer momento, cuando me ofrecieron la dirección del ballet, creo que me mandé así, de cabeza. Dije: hay que comenzar con algo muy emblemático, con algo que todos asocien al ballet. Lo primero que se me cruzó, quizás porque es una obra que tengo en mi cuerpo, aprendida, estudiada, bailada, disfrutada, fue “El lago de los Cisnes”. Me salió naturalmente apostar por una obra gigante como esta. Y creo que no me equivoqué. Vamos por el buen camino”.
El buen camino, como lo llama Arévalo, es una verdadera movilización, no sólo en lo personal, aunque también: ensayos largos con 36 bailarines, escenografía, técnica, iluminación. Todos los equipos de FCP trabajando en conjunto para acompañar ese entusiasmo y compromiso.
Verónica se levanta y se acuesta y sueña con “El lago de los cisnes”, ese cuento de hadas-ballet, que fue encargado por el Teatro Bolshói en 1875 y se estrenó en 1877, con música de Tchaikovsky, coreografía de Julius Reisinger, basada en el cuento alemán Der geraubte Schleier (El velo robado) de Johann Karl August Musäus. “Si bien yo asumí la dirección el 1° de febrero del 2024 estuve trabajando desde antes, para que el ballet tenga su estructura formal bien consolidada. Y desde el 1° de enero estoy estudiando la obra, escuchándola todos los días: Tchaikovsky desde que me levanto hasta que me voy a dormir. Es que es un estudio meticuloso el que hay que hacer porque la música es muy difícil: la métrica, el tempo. Tchaikovsky te lleva por distintos estados de ánimo continuamente, la alegría, el melodrama, la música fluctúa con las distintas emociones y la coreografía tiene que respetar al pie de la letra esto que nos va relatando la música. Y además, Lago es una obra que comienza a romper con la estructura clásica tradicional. Por ejemplo, rompe con lo académico; trabaja unos brazos que simulan ser las alas de un ave; trabaja los torsos con esta impronta del contemporáneo que es la suspensión, caída, relajación y recuperación. Cuando Odette, el cisne blanco, sufre, el público va a poder apreciar que es otro torso, que no está totalmente erguido como en el ballet clásico”, se entusiasma Arévalo, como si su voz también fluctuara al ritmo de Tchaikovsky.
En pocas palabras, la historia que cuenta “El lago de los cisnes” es la de un amor imposible entre el príncipe Siegfried y Odette, la joven reina convertida en cisne junto a toda su corte por el hechizo del malvado brujo Rothbar. La joven sólo puede recuperar su forma humana por la noche y únicamente será liberada del maleficio por aquel que le prometa amor eterno. Pero en el medio, irrumpe la maldad del brujo, que transforma a su hija Odile en el fiel retrato de Odette, sólo que es la antítesis de ella, llenos de odio y venganza como están. Y aunque logra engañar con su apariencia a Sigfrido, él advertirá que es un error e intentará reparar el daño. Y el hechizo.
Cuando Verónica tuvo que transmitir esta idea a la que se tiró “de cabeza”, lo que encontró del otro lado fue entusiasmo. “La recepción de los bailarines es maravillosa, ha sido maravillosa, de todo el equipo. Tenemos una compañía muy joven, muy abierta a explorar nuevos caminos. Para algunos va a ser la primera vez que interpretan una obra grande y con sus cuatro actos”.
Entre los bailarines que dirige figuran, como principales, Luna Montoya, que será la reina de los cisnes, Catalina Minardi, el cisne negro e hija de Von Rothbart, y Máximo Nieto, como el príncipe Sigfrido, y como splistas, Sergio Nova, el malvado brujo, y Doyel Crededio, el divertido bufón.
“Son muy jovencitos. Hace poco tuvimos la visita del maestro Alejandro Cervera y una de las cuestiones que le impactó es lo artístico, la expresión artística de ellos. No es solamente un gesto que se ve en el rostro, sino un gesto que está plasmado en todo el cuerpo. Si esta puesta la hiciéramos en un teatro grande, el señor que está sentado en la fila número 80 leería la expresión corporal que tienen: de angustia, de alegría, de tensión, de nervios. El brujo, por ejemplo, realmente es una persona que acecha con sus brazos, con su mirada, con su impronta. Esa expresión realmente va a llegar al público”, dice, puro entusiasmo.
“El lago de los cisnes” tuvo versiones diferentes en su larga historia. La que subirá a escena en FCP, es también una adaptación. “Si bien es una adaptación mía porque no es la original rusa de Lev Ivanov, ni la versión argentina de Mario Galizzi, son las dos en las que me he basado. Pero tiene, sobre todo en el segundo y cuarto acto, una revisión y una adaptación coreográfica personal”, cuenta.
-¿Cómo tomaste esas decisiones?
- A mí me parece que todo trabajo, sobre todo en el arte, tiene que ser situado, porque el arte es eso, transformar lo habitual. Y si yo quiero formas de expresión naturales de nuestros bailarines, tengo que situarla acá, tengo que pensar cómo es nuestra idiosincrasia, cómo somos los argentinos, cómo festejamos los argentinos. Nosotros tenemos nuestra impronta y nuestras costumbres. Entonces, cuando se abre el telón en el primer acto, que es el festejo de los 21 años del Príncipe Sigfrido, tengo que pensar en cómo festejaría la gente argentina. En el segundo acto, que transcurre en el bosque, nos vamos al melodrama de esta princesa, Odette, que está encerrada, convertida en un cisne. Ella sufre ese encantamiento junto a todas sus acompañantes, a sus 18 cisnes. Es un momento muy dramático, hay mucha pesadumbre. Después, en el tercer acto, es la fiesta real. En este acto conservo, con coreografía particular mía, el festejo de la corte. Y después, el cuarto acto también es una representación muy personal. Hay una lucha entre los tres personajes fuertes, que son el hechicero Von Rothbard, Odette, la Cisne Blanco, un personaje representativo del bien, y Odile, que es el Cisne Negro, el personaje representativo de la maldad, del engaño conspirado. Y lo que sí es muy particular en esta apuesta es que no termina con un final feliz, no es del todo feliz el final. Pensé que tenía que ser una obra que reflejara lo cotidiano: no siempre las cosas terminan de buena manera o como uno lo piensa o lo desea. Si bien la apuesta original es del año 1895, tengo que situarme en el ahora también. Me parece que esos pequeños detalles que puede ir aportando cada repositor o cada coreógrafo, son importantes para mantener viva la llama y el espíritu de este ballet. No modificamos todo, pero sí tenemos nuestra licencia para que sea atrapante hoy en día también.
Esos pequeños detalles que puede ir aportando cada repositor o cada coreógrafo, son importantes para mantener viva la llama y el espíritu de este ballet. No modificamos todo, pero sí tenemos nuestra licencia para que sea atrapante hoy en día también.
Verónica Arévalo
Verónica Arévalo, que baila desde los 7 años, que fue becada en los Estados Unidos, que integró el Ballet del Teatro Libertador de Córdoba y el Ballet Argentino junto a Julio Bocca, que es docente de IUPA y que formó parte del Ballet Río Negro de FCP, conoce “El lago de los cisnes” en carne propia.
Con toda esa experiencia a cuestas o más bien por toda esa experiencia, puede evaluar este presente, no sólo del cuerpo que dirige sino de la institución. “El ballet FCP no tiene nada que envidiarle a las grandes compañías. Fui parte del Ballet Argentino, de Julio Boca. En ese momento, en 2004, éramos una compañía de 15 bailarines, y recorríamos distintas partes del mundo y ciudades del país con puestas pequeñas porque no llegábamos a la cantidad. Hoy, con 36 artistas, entre bailarines y figurantes, creo que esto nos pone a la altura de poder seguir haciendo grandes puestas. No sólo por la cantidad, sino también por las capacidades técnico-expresivas de los bailarines. Son muy jóvenes, tienen la energía para hacerlo. Es un ballet muy virtuoso”, dice con orgullo. Y sigue: “Y esto de poder hacer desde las provincias, con tanto esfuerzo. La verdad es que es insólito, en este rinconcito de la Patagonia. Personas que vienen de Buenos Aires, coreógrafos, maestros, profesores, artistas, cuando ven la dimensión de todo esto, no lo pueden creer. Muy pocos lugares del país tienen algo así. y afuera del país pasa lo mismo. Lo puedo decir porque he viajado, tuve la suerte de viajar y puedo comparar. Y es verdad que los grandes teatros del país, que no son muchos, tienen otro equipamiento, que han logrado después de varias décadas. Entonces, que nuestra institución, que es relativamente joven, empiece a dar los primeros pasos apostando a estas grandes puestas, es un regalo, es un regalo para la comunidad, es un regalo para nosotros como artistas y sobre todo como artistas que habitamos este espacio”, se emociona..
Que nuestra institución, que es relativamente joven, empiece a dar los primeros pasos apostando a estas grandes puestas, es un regalo: para la comunidad, para nosotros como artistas y sobre todo como artistas que habitamos este espacio.
Verónica Arévalo
La directora del Ballet casi no tiene descanso por estos días. Durante la entrevista, no quiere olvidarse de nadie de todos los que han trabajado para que esta puesta llegue al escenario. “Hemos tenido la colaboración del OAS, Organismos Artísticos del Sur, contamos con la amabilidad de Luis Miguel Zúñiga, el director del ballet de Bahía Blanca, que nos ha prestado los telones; han trabajado los técnicos de una manera maravillosa, corriendo de aquí para allá, para ajustar las dimensiones de esos telones; han trabajado con una predisposición increíble, es un gran equipo; hemos trabajado con Dante Guitti, que es un técnico en iluminación del Teatro San Martín de Córdoba, junto con la colaboración de Walter, nuestro diseñador; la planta de luces, el diseño de luces, y el guión de las luces, es fantástico; Claudio Clozza y Carla Lorente han hecho un vestuario de época realmente admirable”, enumera sin pausa, queriendo abarcarlo todo.
Verónica parece completamente enfocada en lo que ocurrirá con “El Lago de los Cisnes”. “Voy viviendo y disfrutando. Estoy aprendiendo a disfrutar de este proceso que es lo que me va construyendo. Estoy aprendiendo a la par de los chicos, de mis bailarines, de nuestros técnicos. Es todo tan nuevo, tan reciente, y para mí lo es más aún. Voy disfrutando, aunque ya estoy entusiasmada y viendo qué obras se están montando hoy en el mundo y en nuestro país, porque no quiero quedarme afuera de eso y quiero estar a la altura. Quiero que nuestra ciudad, que nuestra institución, esté a la altura y que nadie tenga que viajar kilómetros para poder disfrutar de una gran puesta. Tenemos las condiciones, tenemos el espacio, tenemos las condiciones edilicias más que óptimas para hacerlo. Así que no me proyecto más que eso”, dice.
Pequeños pasos hacia proyectos gigantes.
Escrito por:
VERONICA BONACCHI
Jefa de Redacción Revista CUAD