El sacrificio de la vocación
aĆŗn en los malos dĆ­as.
El sacrificio de la vocación
aĆŗn en los malos dĆ­as.

En las dos puntas del arco, un alumno de 18 años, y una bailarina que ahora es maestra cuentan cómo es andar en puntas de pie sobre ese torbellino de exigencias que implica la carrera.

En 1974, a los 32 años, Werner Herzog se enteró de que su amiga y mentora, la historiadora y crítica de cine Lotte Eisner, estaba muy enferma en Francia y podría morir. En un impulso casi místico que luego se volvería una constante en su carrera, decidió recorrer caminando en línea recta la distancia entre Munich y París con la extraña idea de que si conseguía cumplir la peregrinación, Eisner viviría. Lo logró: vivió nueve años mÔs después de que el joven Herzog llegara, con los pies destrozados, a su departamento parisino.
Todo ese viaje, que comienza un 23 de noviembre de 1974 y termina el sĆ”bado 14 de diciembre de ese mismo aƱo, un invierno crudo en la Europa rural desolada, estĆ” volcado en un libro: ā€œDe caminar sobre hieloā€, que narra el viaje, por momentos lĆŗgubre e Ć­ntimo, salpicado de epifanĆ­as y adversidades, profundamente onĆ­rico. Hay, en esa entrega, un sacrificio lleno de fe.

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JoaquĆ­n GarcĆ­a tiene 18 aƱos y estudia danza en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA). Empezó a bailar a los cinco aƱos cuando, hechizado por lo que ya hacĆ­an su madre y su hermana -bailar- dijo y se dijo que ese era su destino. No querĆ­a natación, ni basket al que podĆ­an mandarlo por su altura.ā€Siempre recuerdo una anĆ©cdota, que es el principio de todo, cuando fui a un show chiquito en un bar en el que bailaba mi hermana, que se llamaba Gio. Y le dije a mi abuela: esto me gusta mucho eso y me parĆ© y me puse a bailar, por instinto. Al otro dĆ­a me llevaron a anotarme a la academiaā€. JoaquĆ­n, que nació en NeuquĆ©n pero vivió en Cipolletti, egresó de esa misma academia a los 17 aƱos, justo antes de venirse a estudiar a Roca, en el Iupa. Su vida estĆ” ligada a la danza.

ā€œLa carrera de bailarĆ­n parece que fuera ajena a carreras como AbogacĆ­a, Medicina; pero no. Nosotros tambiĆ©n tenemos esos bajones que tienen las personas que estudian esas carreras, porque tenemos materias teóricas y son bastantes cosas. Y en el conjunto tenemos bajones en los que uno se plantea dejar todo. Es un subidón y un bajón porque es la vida asĆ­. No estamos exentos de eso. La vida del estudiante es como un sacrificio terrible. Y le decĆ­a a mi mamĆ”, quĆ© terrible que uno estando en la facultad estĆ© tan destrozado. Es raro que a uno, encantĆ”ndole algo, tenga que estar tan destrozado. Es increĆ­ble que tengamos llegar a ese punto de estar tan cansados. En nuestro caso, corporal y mentalmenteā€, dice JoaquĆ­n.
El tema, el de los dĆ­as malos y sacrificados, es una preocupación para JoaquĆ­n. Por eso, cuando tuvo la chance de preguntĆ”rselo a Paloma Herrera, durante el conversatorio que dio en el marco del Festival Danzando, organizado en conjunto por IUPA y FUndación Cultural Patagonia, se levantó de su silla, y tomó el micrófono.ā€Le preguntĆ© quĆ© hacĆ­a ella en sus dĆ­as malos. QuerĆ­a que me lo dijera ella, porque que te lo diga alguien que pasó millones de veces por esas situaciones, es mejor. Cuando me lo dijo quedĆ© contentĆ­simo, sabiendo que uno puede usar esos momentos malos como cohetes para ir a la siguiente clase, de otra maneraā€.
Hay, en esa convicción y en esa conversión del momento, un sacrificio ligado a la vocación y la esperanza, siempre, de mejorar.

ā€œUno puede usar esos momentos malos como cohetes para ir a la siguiente claseā€

Joaquin Garcƭa / Bailarin clƔsico

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Verónica ArĆ©valo Schiavo, con mĆ”s aƱos de experiencia y de carrera, es la prueba de que la dedicación tiene recompensa. Nacida tambiĆ©n en NeuquĆ©n, aunque criada en Centenario, Verónica es, a sus 48 aƱos, bailarina clĆ”sica Se define asĆ­, en presente, aunque ya se haya retirado de los escenarios porque – dice- ā€œnunca dejarĆ© de serloā€.
Comenzó a bailar a los 7 y desde entonces tuvo la convicción de que querĆ­a ser una bailarina de ballet. ā€œNunca me cuestionĆ© si podrĆ­a vivir de esto. DescubrĆ­ mi vocación y entendĆ­ que el resultado tenĆ­a que ver con el empeƱo y sobre todo la constancia, la meticulosidad, el perfeccionismo. Algunos alumnos me preguntan quĆ© deben hacer para llegar lejos, y mi respuesta es muy simple: ā€œNo hay que tirar la toallaā€, hay que persistir en la intensidad del trabajo aunque parezca que las condiciones no estĆ”n dadas. Ese es el Ćŗnico secreto, la constancia del trabajo diario y el tener presente que todo tiene su momento de serā€.

Los momentos de Verónica tuvieron, muy al principio, sacrificios compartidos. ā€œMis padres, a pesar de las dificultades económicas, alentaron y acompaƱaron mi formación constantemente. En aquellos tiempos, ir a una academia de danzas era para cierta Ć©lite. Tanto papĆ”, de oficio tapicero, y mamĆ” que lo ayudaba con la confección de blanco y telas (cortinas, almohadones, etc.), veĆ­an la pasión con la que bailaba y hacĆ­an lo posible y lo imposible tambiĆ©n. Ellos me educaron en la cultura del esfuerzo y del trabajo, tenĆ­a a la vista el ejemplo de la constancia y el compromiso… son mis grandes referentesā€, dice ArĆ©valo. Y pone como ejemplo aquella vez, a sus 13 aƱos, cuando le pidió a la mamĆ” ir al Teatro Colón. ā€œEra mi sueƱo. Ella averiguó y me llevó en las vacaciones a un seminario intensivo de 2 semanas. Fue confirmar que Ć©se era mi mundo y que mi vida ya estaba destinada. A partir de entonces, esperaba ansiosa mis vacaciones que consistĆ­an en ir a tomar clases de perfeccionamiento a Buenos Aires, acompaƱada por mamĆ”. Pero no sólo aprovechaba los seminarios del Teatro. A los 15 aƱos recibĆ­ una beca de la mano de Enrique Lommi y Olga Ferri para perfeccionarme en su estudio de Buenos Aires, pero como no era posible instalarnos, lo hacĆ­amos sólo en vacacionesā€.
AĆŗn teniendo que optar, la vida le dio mĆ”s oportunidades, como cuando el Maestro William Martin Viscount (bailarĆ­n del Bolshoi, Joffrey Ballet, entre otros) viajó a la Patagonia y le otorga a ArĆ©valo una beca de estudios para su escuela de EEUU. Y allĆ” se fue, a sus 18 aƱos, acompaƱada por la profesora Norma Pinotti. ā€œEsas primeras experiencias marcaron mi vida para siempre. EntendĆ­ que no es suerte, que todo se construye con mucho esfuerzo y constancia. Pienso que cada avance en la carrera vino como resultado de resistir adversidades y de creer que yo tambiĆ©n podĆ­a, aĆŗn desde mi humilde condición. Las palabras de aliento de mis padres fueron fundamentales, y me generaron la fortaleza necesaria en todas las etapas de la vidaā€, cuenta, y agradece a la vez.

Su formación siguió en el Alto Valle. Cuando volvió de los Estados Unidos, ella y su mamÔ leyeron en el diario que en Roca se estaba gestando un Instituto de Artes, el Insa. Y en 1993, con tanta ansiedad como decisión, tomaron el colectivo Ko-.Ko para trasladarse a Roca. Verónica se inscribió en el Insa para formalizar sus estudios y profesionalizar su carrera en el Ballet Río Negro.
Verónica no se detuvo. Estudió Profesorado Nacional de Danza ClĆ”sica y ContemporĆ”nea, siguió perfeccionĆ”ndose en Buenos Aires y presentĆ”ndose a certĆ”menes y audiciones. AsĆ­ ingresó al Ballet del Teatro Libertador de Córdoba, con el 1er cargo. ā€œFueron ocho aƱos de intenso trabajo como bailarina profesional, y cuando estaba viviendo mi mayor anhelo en la vida, tuve la fortuna de que Julio Bocca me convocara para formar parte del Ballet Argentino. A partir de ese momento tuve la posibilidad de viajar al extranjero y conocer distintos escenariosā€, cuenta.
Aunque ahora estemos acostumbrados a ver sólo buenos momentos fotografiados en redes sociales, ninguna carrera tiene sólo brillos. Verónica ArĆ©valo sabe que hubo momentos mĆ”s grises. ā€œNo todo fue color de rosa, mis padres, mis maestros y la gente querida que me acompañó, lo saben bien. Fueron tiempos de lucha y mucho coraje, hubo lesiones, pĆ©rdidas en la familia, momentos de estar lejos y sentir la soledad; hubo maestros rĆ­gidos junto a una disciplina de competencia constante, hubo mucho llanto, pero sobre todo hubo muchĆ­simo aprendizaje y disfruteā€.

Finalmente volvió a Roca y aceptó la propuesta de Tilo Rajneri (padre) que siempre le hizo saber que ā€œla casa me esperaba con las puertas abiertasā€: se incorporó al plantel docente de IUPA y paralelamente al Ballet RĆ­o Negro de FCP. Hubo mĆ”s capacitaciones, viajes por Europa para visitar teatros, tomar clases y registros del funcionamiento de ciertas compaƱƭas de Ballet.

Su vida dio otro vuelco en 2013, con el nacimiento de Ɓmbar, ā€œmi cable a tierra, el ser que le dio otro sentido a mi vida. A partir de su llegada comencĆ© a entender otras prioridades y a trabajar mĆ”s ordenada, porque antes lo hacĆ­a de sol a sol y hasta me olvidaba de almorzar o de hacerme espacio para el descansoā€.

Y despuĆ©s, llegó el momento de retirarse.ā€No lo dudĆ©, pensĆ© el momento, pedĆ­ permiso a mis autoridades y cerrĆ© una etapa con mucho amor. Me sentĆ­ bendecida por el cariƱo del pĆŗblico. Llegar a un momento culmine valorada y acompaƱada por los seres queridos y el pĆŗblico, es una recompensa que viene de lo alto, no me canso de agradecer a la vida y a Diosā€, dice esta mujer que estĆ” cerca de defender su Ćŗltima carrera, una Licenciatura en EnseƱanza Universitaria de Las Artes.

ā€œEntendĆ­ que no es suerte, que todo se construye con mucho esfuerzo y constanciaā€

Verónica Arévalo / Bailarina clÔsica

¿Era necesario que Herzog caminara de Munich a París para salvar a Lotte? Probablemente no. Pero es difícil pensar que su arte y su cine serían los mismos sin esa peregrinación de fe. Y lo mismo parece ocurrir con esas vocaciones, como la danza, que exigen compromiso y exigencia. ¿Hay sacrificio?. Sí, pero como dice Verónica Arévalo, hay que persistir en la intensidad. Eso: persistir en la intensidad.

Escrito por:

VERONICA BONACCHI

Jefa de Redacción Revista CUAD

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