“La mayoría de las veces las obras van mutando. Los bailarines no van modificando la coreografía, sino las sensaciones”. Contundente y literal se plantó Jorge Amarante, coreógrafo y bailarín, en una entrevista exclusiva con Cuad. Las artes del movimiento implican eso, precisamente, movimiento.
CUAD-¿Qué distancia hay entre imaginar una coreografía y verla concretarse?
Jorge Amarante– La misión cumplida no se cumple en las obras. El llegar al escenario es la culminación de un proceso de trabajo e intercambio compartido con los bailarines, pero no termina ahí. La mayoría de las veces las obras van mutando. Los bailarines no van modificando la coreografía, sino las sensaciones. Incluso con cambios de elenco. A Giselle, por ejemplo, la estrené el año pasado. Este año la van a hacer el 70% de bailarines diferentes y es otra obra. Por más que yo no cambié, la obra es distinta. Uno llega al escenario siempre esperando sorprender al público y también a uno mismo.

C- ¿A qué se atribuye ese dinamismo?
JA- Son los cuerpos, la técnica de cada bailarín, el cómo el bailarín ve el personaje. Yo le puedo decir como yo lo veo, pero cada uno lo canaliza a su manera. Hay cosas que son de cada uno, y que tienen que ver con la impronta. Es sumamente variado. Si hay 10 bailarines, van a hacer 10 versiones diferentes de la misma obra. Eso es lo que tiene el teatro a diferencia de otras artes como el cine, que una vez que se plasmó y se filmó, ya está. En cambio un bailarín en una función lo va a hacer de una manera, en la siguiente la va a hacer a lo mejor totalmente distinta. A veces uno como coreógrafo o director tiene que poner ciertos límites, porque los intérpretes empiezan a galopar y se van. A veces se tiene que ajustar un poquito, sobre todo cuando hay otros personajes alrededor y todos tienen que seguir un mismo camino.
C-¿Cómo definís la danza?
JA- La danza es algo nato en el ser humano, prácticamente cuando uno se empieza a mover empieza a danzar, inclusive antes de caminar. A diferencia de otras artes, esto es algo que el ser humano lo tiene incorporado, escuchar música ya da una sensación de libertad o expresión. En el caso del arte del movimiento, como es el ballet o la danza más profesionalmente, es la profundidad de toda esa naturaleza que uno lleva nata. Es una forma de vida que algunos transitamos.

La danza es algo que el ser humano tiene incorporado, escuchar música ya da una sensación de libertad o expresión. En el caso del arte del movimiento, como es el ballet o la danza más profesionalmente, es la profundidad de toda esa naturaleza que uno lleva nata”.
Jorge Amarante / Coreógrafo.
C- ¿Cómo se expresa el arte a través del cuerpo?
Jorge Amarante- Tengo mi estilo de movimiento, después de tantos años siempre trato de buscar mi propio lenguaje. Parto desde ahí, no desde una técnica en particular por más que tengo la formación clásica. Mi manera de expresarme es a través de la investigación y también un poco de la improvisación del momento. De esa manera voy concibiendo las obras poco a poco.
C- ¿Cómo definís tu propio lenguaje?
JA- Va mutando. En un momento era muchísimo más complejo, enredado, uno es más joven y entonces empieza con una investigación más a llegar a donde sea. Cuando uno empieza a ser más maduro empieza a pensar de otra manera, desde otro punto de vista, con otro enfoque, tranquilidad, y le da importancia a esas otras cosas. No a lo mejor al movimiento en particular.

Uno cuando es joven es más vigoroso, más potente, más visceral. Cuando uno es más maduro se es más romántico».
Jorge Amarante / Coreógrafo.

C- ¿Cuál es tu inspiración para crear?
JA- Hay obras que son encargos, en ellas voy investigando qué tengo ganas de hacer.
Hay directores que me piden algo específico, eso es algo más frío. Pero cuando tengo ganas de hacer algo en particular, que es lo que hago con mi compañia, hago cosas que tengo necesidad. Esos disparadores tienen motivos diferentes. El año pasado por ejemplo estrené Giselle, de una forma más moderna, contemporánea y actual. No es sobre zapatillas de puntas, sí están todos los personajes, pero no existe el tutú largo. Entran arrastrándose por el piso, nada que ver al ballet romántico. Y eso fue porque tenía ganas de investigar un poco más sobre los personajes clásicos y me interesó la trama de Giselle.
A veces son desafíos o inquietudes que yo en particular me pongo, y otras veces son por encargo.
C- En tu trayectoria hubo algún hito que sientas que te hizo posicionarte de una manera diferente en el mundo de la danza?
JA- Siempre fui muy crítico con las temporadas que se daban en el Teatro Colón. Siempre estuve muy en desacuerdo con el conversacionalismo, y que una compañía siempre tiene que hacer lo mismo y dentro del mismo estilo. Eso no lo compartí cuando tenía 20 años y no lo comparto ahora que ya tengo 52. Y no pasa solo en la compañía del Colon sino en la mayoría de las compañías oficiales del país. Entonces eso fue un disparador, me dije a mí mismo “bueno en vez de estar quejándome, hagamos algo”. Me presenté por primera vez en el taller coreográfico del Teatro Colón, que es un espacio que en su momento cuando bailaba teníamos la posibilidad de contar con las salas y bailarines, era todo voluntario. Los talleres de vestuario y escenografía si necesitabas, y lo hacíamos en la sala principal del Teatro Colón. Esos fueron años muy productivos para mí porque me dio la posibilidad de experimentar y presentar obras diferentes.
C- ¿Cuál es tu lectura sobre la danza en la actualidad?
JA- En nuestro país y en la mayoría de los países Latinoamericanos es bastante complicada la danza. Es la Cenicienta de las artes porque tenemos muchas condiciones que nos hacen un arte para los gobiernos caro, porque tenemos que tener un piso acorde, espacios acordes, y eso a veces no está. En el caso del ballet clásico, las zapatillas de punta. Es sumamente caro. Entonces tenemos muchos contras y eso hace que nuestro trabajo se haga cada vez más difícil.
C- ¿Cuál es el desafío para las personas, instituciones y/o compañías que se dedican a hacer danza?
JA- Solamente hay compañías oficiales que pueden proyectar, después están todas las demás compañías independientes, yo dirijo la mía, vamos tratando de sobrevivir. Se trata de proyectar, pero es algo sumamente difícil. A veces ni se dan subsidios, o cuando se dan son muy escasos. La mayor parte creativa en el país está en la danza independiente y está muy ignorada. No se le puede pagar un sueldo mensual a los bailarines, hay que pagarles por función, entonces terminan teniendo otros trabajos. O estando en dos o tres compañías. Eso se hace muy tedioso, no hay un sostenimiento social y económico en donde los bailarines puedan focalizarse al 100% sobre la profesión y eso termina perjudicandonos a todos, en la parte social también. Siempre uno trata de dar lo mejor, pero hay muchos aspectos que el dinero trae más dinero, en el caso de una seguridad social y económica para los intérpretes, sino además el producto. Si uno cuando llega al escenario y presenta un espectáculo que sea lo mejor, tener una buena producción, escenografía, un buen equipo de luces, un buen vestuario, de tratar de llegar con lo que uno se imaginó o diseñó, y no llegar con lo que uno pudo. Creo que la mayoría en la danza independiente estamos presentando con lo que uno puede llegar, y eso no está bien, por más que el público muchas veces acompaña, lamentablemente otras veces no.
*MINIBIO
Escrito por:
Marianela Vergara
— Revista Cuad