LA MIRADA QUE SE ENTRENA
Entrevista a Luján Martínez
La mirada que se entrena
Entrevista a Luján Martínez

Constituir la firma a partir de la manera de ver, la propuesta de una docente arquitecta. Auténtica, creativa y dueña de una gran avidez de hacer.

Constituir la firma a partir de la manera de ver, la propuesta de una docente arquitecta. Auténtica, creativa y dueña de una gran avidez de hacer.

“Somos periféricos, somos del fin del mundo, esa periferia nos hace singulares”. Lujan Martínez elige la Patagonia. Vivió afuera, y volvió. Abraza la idea de que existen posibilidades de hacer en el lugar que se habita y habla del impacto del trabajo en el espacio público. “Creo que el territorio que habitamos, que se percibe o se reconoce como tierra yerma, es sumamente rico, fértil, es una inmensidad de oportunidades, donde hay mucho hecho y otro tanto más por hacer”. Justamente en su haber hay cosas, muchas cosas. Luján siempre quiere provocar algo, hacer la diferencia. Y lo mejor es que lo logra.

Ser diseñador o arquitecto es entrenar la mirada. Es una perspectiva desde donde uno mira el mundo a partir de la disciplina en la que se está formando. Todo lo que hace es como una firma, es como mostrarse uno en una línea. A esa mirada hay que construirla. Será el sello que lo identifica y lo hace único respecto a los otros”.

Luján Martínez / Arquitecta y docente

Luján es docente de la Universidad Nacional de Río Negro hace 11 años. Vive en General Roca, la ciudad del Valle de la Luna Rojo y de las memorias urbanas de su tira #daytripper.

“No sé cuando decidí estudiar arquitectura. Me nació naturalmente, después empecé a coser cosas de mi familia. Mi papá era Ingeniero Civil y tenía una empresa constructora. Mi mamá era docente, pero siempre con esa mirada del espacio, de la indumentaria, muy desde el cuidado de la estética”.

Éxito en colores

Se recibió en el 2000, en plena crisis económica argentina, y quedó “en la nebulosa”. “Me vine a trabajar un tiempo a la constructora con mi papá y me salió una oportunidad de trabajo en Buenos Aires, en una empresa que importaba luminarias italianas y diseñaban productos. Me pareció super seductora la propuesta. No duré mucho, porque así como era seductor era muy caótico”. Ese fue el inicio de un camino que siguió en un estudio de arquitectura, continuó con un tiempo en EEUU y ese período terminó con una compra fallida que cambió su rumbo.

Siempre iba a un local de capital a comprar unas bombillas de colores. “Un día volví, no las vendían más. Si no hay más, las tengo que poder fabricar. Me puse como objetivo ver cómo podía materializar eso. Hice una investigación, visité distintos lugares con las bombillas que me habían quedado. Hasta que di en un galponcito de Mataderos, que me atendió Don Atilio, que era el dueño de ese taller de aluminio, y con él trabajé un montón de años. Él hacía ese baño particular de color”, recordó Luján.

Produjeron las primeras bombillas, y luego le pidieron también un mate. Más adelante llegó el concurso Incuba, organizado por el gobierno de Buenos Aires para emprendedores de diseño, y ahí estaba Luján con sus bombillas y mates de colores. “Armamos el proyecto con mi hermana administradora de empresas, mi hermano contador y yo la diseñadora. Nos presentamos y fuimos pasando todas las instancias de evaluación. Nos vinimos en el verano acá y en febrero salió el resultado. Habíamos ganado en la categoría Equipamiento para el Hogar. Una felicidad. Fue una vorágine de producción, mucha venta y aprendizaje en todo sentido. Fueron 5 años de gran intensidad”.

Multifacética

El regreso a Roca fue el fin de esa etapa y el principio de una nueva. Vendieron la empresa en Buenos Aires y la apertura de una tienda de diseño fue la expresión de un nuevo comienzo. “Fue una tirada a la pileta total, nunca habíamos tenido comercio y me vine a aprender. La vida me fue llevando para la tienda, la familia, la universidad, el grupo Oficios. Se fue mezclando todo. En un momento hacía como 5 proyectos a la vez”.

En el Grupo Oficios remite a la unión de mujeres para trabajar en el plegado del papel y estampado textil. Empezó con una visita a Maquinchao, Río Negro. “No sabíamos ni a dónde íbamos. Hubo un anuncio en la radio, a la mañana aparecemos en un salón comunitario y había 150 personas esperando para un taller de estampado textil. La pasamos tan bien. Teníamos que volver. Así surgió el grupo, por una gran avidez de hacer”.

Espacio público

Para Luján es clave mostrar el trabajo. “Siempre quiero provocar algo, hacer la diferencia. Cuando plegábamos un día les propuse salir a la calle. Hicimos ese primer corazón en la esquina de Pampa y Mitre. Lo hicimos en una tarde y nos encantó como una cosa tan sencilla impactó en la ciudad. Todos nos mandaban fotos”.

Eso las llevó también a la idea de los sobrecitos con frases. Después fue la Fiesta Nacional de la Manzana, intervenciones en el Canal Grande y también en el museo de Fernández Oro. Los plegados corporativos tenían una riqueza: el juntarse a hacer algo. “Había gente que escribía los textos, otra que hacía la logística, otra que daba la capacitación. Se fue formando un equipo. Grupo Oficios era un movimiento, el impulsar a hacer.Hemos pasado una colección de momentos, situaciones, anécdotas, gente, todo lo que eso dispara”.

Siempre hacer

Como si se tratara de una receta maestra, Luján es hábil en combinar ingredientes y sorprender. En el último tiempo apela a los sentimientos a partir de la utilización de diferentes recursos en locales comerciales. Se ocupa, precisamente, de liderar equipos de trabajo de diseño de interiores de negocios.

Dentro de la universidad trabajamos mucho con lo perceptivo, el que lo recorre siente. Vamos a provocar con los colores, la iluminación o lo que sea. Trabajamos en las experiencias”.

Luján Martínez / Arquitecta y docente

La arquitecta asegura que es “ muy consciente de las posibilidades que tenemos de hacer en ese lugar que habitamos”. En ese sentido, refirió a que “tenemos una sociedad de estudios morfológicos, somos periféricos, somos del fin del mundo, esa periferia nos hace singulares. Tenemos toda esa marginalidad, y tenemos ese comodín. No quiero decir que venimos a conquistar el desierto, hay muchas cosas hechas y mucho por hacer. A veces se puede provocar cierta sorpresa, pero también evocar a cuestiones más arraigadas”.

En este camino aparecieron además otros desafíos, como un proyecto de extensión de puesta en valor del patrimonio paisajístico ambiental del Área Protegida Paso Córdoba, para lo cual se diseñaron dispositivos de arquitectura efímera, que eran como refugios miradores.

Mirada entrenada

Una charla casual disparó una de las tiras fotográficas de Luján en Instagram. “Le dije, mi casa favorita es tal. Le saqué una foto, la subí y me empezaron a escribir”.

Empezó a sacarle fotos a las casas que le llamaban la atención con un fin: descubrir la belleza en lo que hay, en lo que a uno le pasa y no se detiene a ver el valor que tiene. Un mes y medio recorrió la ciudad a hacer capturas, le pensó a cada una un título y tuvo una repercusión impresionante.

Su tira #daytripper es su mirada del mundo, de lo bueno y lo no tanto. “Hay casas que subí que estaban destruidas, tapadas, con persianas bajas. Cada imagen contaba una historia. A raíz de eso muchas personas me escribieron. Eso soy yo, es parte de mi construcción”.

Recorrí calles por las que nunca había pasado. La belleza está, no hay que quedarse en la queja. Banco a la Patagonia, hay belleza, una belleza salvaje, extrema, disfruto”.

Luján Martínez / Arquitecta y docente

Mucho antes que esta tira de fotos urbanas, su propia casa trascendió y llegó a Casa Chaucha. “Me encanta entrar a lugares, y pensar qué le haría. Me lo imagino. Por eso vivo en casas construidas. Después las modifico a mi manera”.

En su casa nada se mantiene constante. “El mundo de lo efímero es un concepto que me pegó bastante. Me gusta lo efímero porque deja huella. Sucede en un momento, pero lo que permanece es la memoria de eso que sucedió, es la foto, el recuerdo. En esto de palimpsesto, en este mundo de vorágine. La arquitectura debería recuperar la belleza, todo eso que es constante que es la belleza, el orden, los pilares básicos de la arquitectura. Más pensando que ahora no se hacen cosas tan pensadas desde la belleza, sino más bien nadie piensa mucho en la composición, la simetría, en cómo impacta eso en la ciudad. Es la especulación comercial o inmobiliaria sin el cuidado del medio ambiente, lo bello podría ser discutible. Pero hay un concepto de belleza que subyace a todo”.

Luján Martínez

— Arquitecta y docente

*MINIBIO

Luján Martínez nació en Bahía Blanca. Vivió desde siempre en General Roca (Río Negro), salvo lapsus de 16 años en BA desde que se fue a estudiar hasta que decidió volver a Patagonia. Tiene 47 años y es arquitecta recibida en la UBA, diseñadora y docente. “Somos @tresalegrestigres, Félix, Beltrán y srta Luján, una familia en construcción”.

Redes sociales @tresalegrestigres @grupoficios @lote80arquitectura.

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