Un viaje en el tiempo y un viaje a una escenografía porteña, de arrabal. Eso propone “María de Buenos Aires”, la gran puesta de Fundación Cultural Patagonia que se estrenó el viernes 16 de junio y sábado 17 y que vuelve a subir a escena, en el auditorio Dr. Tilo Rajneri, el 23 y 24 del mismo mes.
“Ahora que es tu hora: María de Buenos Aires”, recita el Duende, con la voz de Cachi Banacloi. En el escenario de FCP hay andamios y unas luces que le dan el tono justo a ese rincón porteño en el que transcurre la acción, la danza, y esa sucesión de tangos que compusieron Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. Banacloi le pone palabras a esa hora en que despierta el aquelarre de la noche porteña. Y él, que habla el argot oscuro y cabalístico de esa hora, evoca y conjura la imagen de María.
La obra original es de 1968, cuando Piazzolla y Ferrer, estrenaron esta pieza de su autoría en la sala Planeta. “Operita”, así la llamaron.
En años en los que las obras conceptuales y las óperas rock hacían su irrupción, ellos quisieron hacer una contribución al género teatral/musical, tomando elementos de la música ciudadana, la ópera, la música contemporánea y el oratorio, creando un lenguaje y un estilo propios. Y lo lograron. Ahora, en pleno 2023, esa magia se recrea ante un público que agotó las localidades. La operita en dos partes, con 8 canciones en cada una de ellas es la que hace viajar, en el tiempo, al arrabal.
“Yo soy María de Buenos Aires!
De Buenos Aires María ¿no ven quién soy yo?
María tango, María del arrabal!
María noche, María pasión fatal!
María del amor! De Buenos Aires soy yo”, canta Natalia Joubert, la potente voz de María en esta operita. Y le contesta, Leandro Rodríguez, también en son de tango.
La puesta de FCP incluye un lujo, la apertura del foso para que los músicos interpreten en vivo los temas de Piazzolla, en un ajustado mecanismo que siempre suena a tiempo y perfecto. Ahí debajo están: Humberto Taglialegna, en piano; Pope González, en contrabajo; Pablo Borgia, en bandoneón; Miguel Spaciuk y David Contreras, en violines; Laura Covicchi, en violonchelo; Celeste Marilaf, en viola; Leonardo Álvarez, en batería; Camila Chianese, en percusión/vibráfono; Juan Rivero, en guitarra eléctrica y española; Belén Fica, en flauta.
La sucesión de temas e sun placer, desde “Alevare”, que abre el juego, pasando por “
el “Tema de María”, la “Balada Renga para un Organito Loco”, “Yo soy María”, “Milonga Carrieguera por María la Niña”, el reconocido “Fuga y Misterio”, “Fábula de la Rosa en el Asfalto, el “Poema Valseado Para flauta, cello y voz de mujer”, “Esquerzo Yumba de las tres de la mañana, hasta la “Contramilonga a la funerala por la primera muerte de María”, o la “Milonguita de la Anunciación”.
Porque es oir, ver y disfrutar también de los bailarines que llevan la historia en sus cuerpos, Giuliana Papino, Cintia Lemarchand, Ornella Natalini, Camila Tasso, Sergio Nova y Gonzalo Pradas. Y también los coreutas, que hacen de contrapunto, que le dan la gracia o el dolor a las escenas: Laura Lazos, Gisela Strada, Laura Raiteri, Ricardo Peinado, Víctor Diconca y Martín Toninato.
Para esta puesta, actual y local, “María de Buenos Aires” cuenta con el vestuario de Claudio Clozza y la realización escenográfica de Tilo Rajneri, Luz Pérez y Karina Acosta. Fabricio Michel es el responsable de la dirección coreográfica; Anderson Perea da Silva de la dirección musical y Tato Cayón de la dirección general y puesta en escena, con la asistencia de Ana Bertoni.
El público aplaudió y ovacionó de pie la operita que, más allá de las definiciones de sus creadores, no tiene nada de pequeño. Ni el despliegue actoral, ni el musical, ni el de los bailarines que le suman profundidad y dramatismo a cada una de las escenas, ni el de los cantantes, que logran pasar del escenario hasta las butacas, para emocionar y revivir aquellas épocas que ahora quizás parezcan lejanas, pro que gracias al arte y al esfuerzo en conjunto de toda la puesta en escena, traspasan el tiempo y llegan a nosotros, como si estuvieramos allá, en ese tiempo y ese espacio, por el tiempo que dura la función.
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