Salvaje Sur
Western y gauchesca en tierras patagónicas
Salvaje Sur
Western y gauchesca en tierras patagónicas

Matías Castro-Sahilices es un narrador, editor y diseñador editorial rosarino, arraigado en San Martín de los Andes desde 2010. Allí llegó, luego de vivir en muchos y muy variados lugares, y desde allí comenzó a gestar Salvaje Sur, un proyecto nacido de un fracaso, que recupera el formato y los géneros Pulp, con sello patagónico y espíritu federal.

“¿Qué pasó, Baiacu?
Baiacu los encaró, triunfante. Los días siguientes sería escuchado. Las personas harían rueda para oírlo. Un hombre con una buena historia es casi un rey” escribe José Eduardo Agualusa en Teoría general del olvido. Esa podría ser parte de la respuesta a la pregunta de para qué editar una revista Pulp con relatos ilustrados de gauchesca y western en épocas de ePubs, inteligencias artificiales, streaming y crisis editorial. Matías Castro Sahilices y su grupo de narradores e ilustradores tienen cientos de historias para contar. Y descubrieron, luego del primer salto de fe, que hay gente que se sienta en rueda para escucharlos.

“El proyecto empezó a partir de un pequeño fracaso. Yo presenté una revista digital a un concurso muy conocido que proponía una experiencia digital, con sonidos, etcétera. A mí me encanta el western, es uno de mis géneros favoritos, junto con la gauchesca, y lo que armé fue lo que vendría a ser un prototipo de Salvaje Sur, que era una revista pulp, digital, donde interactuabas con los objetos que había, y te iba contando una historia western. Me llevó muchísimo laburo, tenía mucho trabajo a nivel gráfico, y tenía sonidos y ambiente, y no pasó la segunda ronda, y me acuerdo que me enojé mucho. Bueno, a partir de ese fracaso dije: “tengo que hacer algo con esto, en papel”, porque para mí, si bien me había animado a ese concurso, el papel era fundamental para un proyecto Pulp. Entonces empecé con la idea, y como no quería poner solo cuentos míos, invité a narradores y narradoras amigos, que son de acá, de Neuquén, y de la Patagonia, y se sumaron y armé el número uno. Yo trabajo de diseñador editorial, me gusta mucho la parte gráfica, me gusta mucho el rescate, el rescate de formatos, de tipografías y todo eso, y aproveché para hacer unos pequeños guiños y empezar a meter publicidades y funcionó como objeto, porque al final es eso, es un artefacto literario”.

El concepto Pulp refiere a publicaciones baratas y de baja calidad, muy populares en Estados Unidos entre fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX. El término Pulp comenzó siendo una referencia a la pulpa de madera en la que se imprimían las revistas y terminó siendo un género, sinónimo de literatura popular, que cobijaba narraciones de westerns, policiales negros, terror, ciencia ficción, fantasía y otros.

Aunque Castro-Sahilices dice que leer esas publicaciones era un poco como ver Crónica actualmente, también cuenta que muchos escritores que hoy son reconocidos por su calidad literaria comenzaron a escribir en publicaciones Pulp. “El gran ejemplo es Lovecraft. Pero también pienso en Raymond Chandler, uno de los fundadores de la novela negra, o en Robert E. Howard, el creador de Conan el Bárbaro, padre de la Espada y brujería. Todos salieron de ahí. Incluso el cine de superhéroes, los grandes personajes del cómic, no existirían sin El Zorro, Doc Savage, The Shadow, The Phantom. Por ejemplo, no habría Batman sin El Zorro o sin Spring Heeled Jack, un personaje de los Penny dreadful (publicaciones baratas en Inglaterra, anteriores al Pulp) de 1880”.

Aunque en el concepto pulp esté implícita la idea de literatura y edición barata, la revista rezuma calidad y trabajo en los textos, en las ilustraciones y todo el aparato visual que la compone. Son, además de buenas compañías literarias, pequeños objetos para coleccionar.

“Hacemos un montón de cosas pensando en el pulp, pero con un buen nivel, y eso no tiene que ver conmigo, tiene que ver con los artistas que trabajan conmigo en cada número. El escritor del pulp escribía rápido, a destajo, a tantos céntimos o tantos centavos la palabra. Bueno, había algunos que eran unos genios, como estos que nombramos antes, y había otros que no, que vivían de esto. Entonces, escribían rápido, por ejemplo, un western: unos tipos van a robar un banco y el robo sale mal y los persigue el sheriff. Bueno, listo, ahí tenés un cuento clásico, estructura clásica de pulp western. Lo terminaban, se lo mandaban al ilustrador y el ilustrador sacaba un par de líneas para la carátula y ya tenías el texto. Bueno, acá el laburo ese no es así, es al revés, acá hay narradores increíbles, porque una de las ideas de Salvaje Sur es empezar a mostrar narradores de cada zona de la Argentina, a otras zonas donde esos narradores o narradoras no se conocen. Lo primero era promocionar narradores de la Patagonia fuera de la Patagonia, porque el gran problema que tenemos nosotros es la endogamia literaria. Al estar tan lejos se nos da la espalda, entonces bueno, les damos la espalda también y nos leemos entre nosotros. Y yo no estoy de acuerdo con eso, para mí no sirve, y parte de que la literatura patagónica no se lea fuera de la Patagonia tiene que ver justamente con esta endogamia. Esto fue un poco ambicioso como proyecto, pero la gente se copó, los artistas se coparon”.

Lo primero era promocionar narradores de la Patagonia fuera de la Patagonia, porque el gran problema que tenemos nosotros es la endogamia literaria. Al estar tan lejos se nos da la espalda, entonces bueno, les damos la espalda también y nos leemos entre nosotros.”

Ese primer número, también sirvió para tantear el terreno de lectores. Se dieron permiso de jugar con los límites. El propósito era dejar una puerta abierta lo suficientemente grande para que por ella pasaran muchos géneros propios del Pulp.

“En este momento el lector que busca algo western o algo de gauchesca no lo encuentra fácilmente. En la historieta se puede ir atrás y buscar, por ejemplo, el Cabo Savino en las ediciones de Columba y si querés western también tenés un montón de opciones. Pero si vas a la literatura no encontrarás, sobre todo en Argentina. Y si vas a la gauchesca te encontrarás con obras muy conectadas con el plano académico, que si bien yo las consumo, siento que me falta lo otro, el condimento de aventuras, que es lo que hace que escribamos y que siempre contemos las mismas historias desde la Ilíada y Odisea hasta acá. Entonces ahí es donde apuntamos nosotros. Ese es el lector de Salvaje Sur, que casualmente yo pensé que iba a ser de 40 para arriba. Obviamente tenemos un gran núcleo de lectores de 40 para arriba que disfruta este tipo de cosas que se dejaron de hacer. Y hay lectores que están un poco cansados de que les cuenten las experiencias del autor mirándose al espejo. Entonces nosotros vamos por otro lado. Y resulta que me sorprendo encontrando lectores jóvenes. Por ejemplo, acá una escuela empezó a dar gauchesca y hay que ser realista, cuando tenés 15, 14, 16 años, el Martín Fierro puede resultar duro ¿no?. Bueno, antes de arrancar con Martín Fierro, o con Don Segundos Sombra, o con algún otro clásico de la gauchesca, una profe se animó con la Salvaje Sur de gauchos y me invitaron a charlar con los pibes y yo no lo podía creer. Yo pensé, “bueno, me voy a encontrar con un montón de pibes que me van decir que se aburrieron”. Y resulta que no, se dieron cuenta de esto que pensamos nosotros, que es que hay épica en la historia argentina. ¿Y cómo puede ser que no tengamos esa épica en material audiovisual? Imaginate que sobre la batalla de Pavón no hay una sola película y si hubiera ocurrido en Estados Unidos tendríamos series, películas, lo que se te ocurra. Entonces, recuperamos un poco la épica”.

hay épica en la historia argentina. ¿Y cómo puede ser que no tengamos esa épica en material audiovisual? Imaginate que sobre la batalla de Pavón no hay una sola película y si hubiera ocurrido en Estados Unidos tendríamos series, películas, lo que se te ocurra. Entonces, recuperamos un poco la épica.

Luego de cuatro números de western y gauchesca, finalmente cruzaron esa puerta géneros como el noir, el horror y relatos de samuráis y ronin. Casi como si del inicio de un chiste se tratara uno puede preguntar ¿qué tienen en común un cowboy, un gaucho y un ronin?

“Tenemos un postulado teórico de que el western y la gauchesca se pueden contar de la misma manera. Lo mismo hicimos con la revista de Japón Feudal. Pensamos “Si Kurosawa con Yojimbo o Los siete samuráis y el western están conectados y nosotros creemos que la gauchesca está conectada con el western. ¿Por qué no podemos contar cuentos de Samuráis y Ronins del Japón feudal como si fueran de western o de gauchesca? Y eso fue lo que hicimos. Contamos una historia en el Japón feudal, en el camino de Hokkaido, pero la verdad que también podría estar contándolo en el camino del Alto Perú, en el litoral. Y si querés yo saco los personajes, les saco las katanas o los facones y les pongo un Colt y lo estoy contando en el camino a Oregón. La cantidad de historias que se repiten del espacio norteamericano al espacio argentino, no te imaginas. Fiebre del Oro, por donde se te ocurra. Expansión. Las guerras civiles, las guerras contra los pueblos originarios, el culto al caballo, la ganadería. Sarmiento en El Facundo habla de El Último de los Mohicanos y cuenta las coincidencias que hay con los gauchos nuestros. Y decís, bueno, la novela fundante de la literatura gauchesca, de alguna manera está conectada con una de las novelas fundantes de la literatura norteamericana y del western”.

El mes pasado, el sindicato británico de escritores, ilustradores y traductores literarios profesionales publicó una encuesta a 787 de sus miembros, que revelaba que un cuarto de los ilustradores han perdido trabajo debido a los sistemas generativos de inteligencia artificial.

(Fuente: click Aqui)

Mientras que los debates sobre el uso de estas nuevas tecnologías están verdes incluso en el primer mundo, Castro le adjudica a sus ilustradores gran parte de la responsabilidad por la permanencia de la revista.

“Tengo estos ilustradores que son unos capos, que son Diego Fiorucci, Javi Mattano, Omar Hirsig y Manel (Emmanuel Pérez), que son unos monstruos, y que están laburando como se laburaba el Pulp hace 50, 60, 70 y 80 años, o sea, leer todos los textos, pensar cuál es la imagen que mejor puede iluminar el texto, sin contar el final, cuidamos mucho eso. Imagínate el laburo para un ilustrador de leerse todo, buscar qué es lo mejor. Se nos escapan cosas, ¿no? Por supuesto. Pero la idea es que esté cuidada al máximo, y se hace con un amor bárbaro, y los chicos, los ilustradores, a ellos les debo realmente que la revista funcione, porque el apartado gráfico es inmejorable. Inmejorable”.

Un Delorean de 14, 5 centímetros de ancho por 21 de alto. Un viaje en el tiempo a 1885. Nunca estuvimos, pero intuimos lo que podríamos encontrar allí. En un número de Salvaje Sur Western es posible anoticiarse de aceites mágicos y tónicos para todo tipo de dolencias, purgantes, rifles y todos los implementos necesarios para el buscador de oro. En el de gauchesca, se anuncia el almacén La Carolina, ubicado en la naciente del Río Limay, famoso por la visita de Butch Cassidy. El número de Noir está plagado de guiños al género, tanto de la literatura como del cine. Un paraíso nerd.

“Hay mucho laburo de recuperación. Algunas son las publicidades originales y hay otras que se recrean. Por ejemplo, el vino más famoso de la historia en Argentina, durante la campaña (del Desierto), era el vino Carlón, que era de Benicarló, España. Y resulta que yo encontré algunas publicidades en España, pero ninguna acá en Argentina. Así que lo que hicimos fue recrear una especie de híbrido entre las publicidades esas de la época que salían en España, con un poco de imaginación y de la tipografía que se usaba acá, y recreamos la publicidad del vino Carlón. La idea es recuperar esa identidad gráfica que hace que cuando vos abras Salvaje Sur estés ante un artefacto literario que de alguna manera te va haciendo entrar en esas historias que todavía no empezaste a leer”.

Que el sector editorial está en crisis, no es novedad. Eso también hizo que las ediciones de Salvaje Sur se espaciaran más de lo habitual. “Si bien las ganas están y la energía está, hay que ser muy cuidadoso cuando los proyectos son tan chiquitos como este. Para cuidarlos y que no desaparezcan”. Sin embargo la espera no ha sido ociosa.

“El octavo tomo de Salvaje Sur, que sale ahora, en mayo viene con lomo, porque había gente que nos pedía eso. Entonces nos vamos de la grapa más pulp, y nos acercamos un poco al objeto libro. Ahora sale este número de gauchos y bandoleros, con unos narradores y unas narradoras increíbles, patagónicos, del Norte, del Litoral, de Buenos Aires. Esto es genial porque circulan los nombres fuera del canon, en un país que sigue siendo unitario.

Si no se cae el mundo, vamos a seguir en la línea pulp, y haciendo estos números. El próximo número va a ser Espada y brujería, ahí hacemos un pequeño giro, nos alejamos un poco del fantasy, no tanto Tolkien, sino más Howard, porque bueno, hacemos pulp, y después vamos a seguir con Western”.

Salvaje Sur se consigue mediante venta directa en el Instagram de la Revista o en comiquerías y librerías a lo largo del país. O como rezan sus posteos, también se puede ganar en una partida de póker, en una riña de gallos o jugando a la taba.

Escrito por:

VANESA ESCODA

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