Don Godoy es el viejo bicicletero del barrio cuya edad es imposible de adivinar, anclado en su casa taller, luce su chaleco de lana habitual por sobre un overol de jean, the classic look of Godoy. Su radio Tonomac mantiene siempre el mismo dial, no se escucha para nada bien, la señal de ruido que mete genera un ambiente perfecto para manipular herramientas de la década del 50 y del 60 con la pava sobre garrafa pegada al banco de trabajo. Godoy todavía no lo sabe, pero el… es hipster, un “cool hunter”, un aficionado al diseño y lo estético que adopta su identidad a partir de reivindicar lo vintage, lo antiguo, haciendo de sus objetos cotidianos un film de Godard. La pucha diría.
Pero Godoy jamás haría gala de su boina de 40 años, no la usaría para ir a lo de Maglio a comprar pan para que los vecinos la admiren, la usa porque es funcional, porque es de corderoy, calentita, y sobre todo, porque lo acompañó durante 40 años y su única baja fue el botón que no abrocha bien en el frente. Así, del mismo modo en que prefiere conservar su aesthetic costume, Godoy mantiene intactos sus dos elementos más preciados, la bicicleta negra Ambrosio que lo transporta por toda la ciudad, hoy valuada en u$s 700, y su bandeja giradiscos o tocadiscos modelo nacional Wincofon de tapa transparente con detalles mínimos que hoy nuevamente vuelve a girar después de un largo parate de más de dos décadas por falta de repuestos. La empresa, que fundió en los 80 tras tener un enorme éxito comercial en los 60 donde producía alrededor de 7000 bandejas por mes, hoy está de regreso con su producto estrella, bandejas Winco portables a precios accesibles y con una gama de repuestos que permitió desempolvar una invaluable colección de vinilos, decenas de discos atesorados por décadas que mantuvieron vivo ese sonido grave que viaja por las ranuras analógicas del vinilo para convertirse en música para los oídos de Godoy.
Este resurgir, o segunda juventud en la era vinílica de la música, ha permitido a fábricas olvidadas volver a producir y a los atesoradores volver a utilizar. Como producto de una moda que resurgió, hoy se le debe mucho a esa cultura hipster menos su necesidad ecléctica de consumo superior, porque si hay algo que separa al modismo de Godoy, es el tiempo que demanda. La bicicleta Ambrosio no es para nada rápida, no es liviana para subir por escalera, cansa las piernas por deporte, pero a Godoy no le preocupa, tiene tiempo, si total al lugar que se dirige va a estar ahí, llegará 10 minutos más tarde, si. La música que reproduce en su Wincofon es para escuchar preferentemente sentado, un LP al que hay que dedicarle 40 minutos mínimo, se escucha un disco entero, sin playlists, sin skip, sin shuffle. Se aprecia la obra de inicio a fin, se admira el diseño impreso en su soporte y la experiencia se completa.
Así, el vinilo ha vuelto a ser popular y gran parte de su demanda proviene de personas que ni siquiera tienen una bandeja giradiscos. Miles de jóvenes lo encuentran como un objeto de diseño que los distingue, un recambio generacional hacia algo meramente coleccionable, otros lo asimilan como una manera de ser parte de todo lo que su artista favorito produce, desde la beatlemania de los 60 a las swifties de hoy se ha salido a comprar cuanto vinilo sale al mercado, por más que Tylor saque el mismo en cuatro colores distintos, los vende a todos. Godoy mira sin entender nada, sube el volumen porque no le calienta esto, pero agradece el repuesto de su Winco, y si buscamos a una persona para hacerle llegar la tarjeta de salutación, debemos enviarla a Nashville, a nombre de Mr. Jack White, fundador de Third Man Records, un músico que vive, luce y toca como si estuviese en la década de los 50. Allí tiene su sede como sello discográfico, siendo el único venue del mundo con la capacidad operativa de grabar música en vivo directamente en vinilo, utilizando en su producción equipamiento recuperado de las viejas fábricas abandonadas. Y para demostrarlo, en 2014 convocó a cientos de fans en su sello para que sean partícipes de la grabación en vivo del disco en vinilo más rápido del mundo, lo que marcó un hito en la historia del vinilo y que lo llevó nuevamente a ser uno de los soportes más requeridos por la industria.
Pero este boom en la demanda y posicionamiento, que ya en 2021 se vendieron más de 42 millones de discos superando ampliamente al cd, requiere de una industria que pueda soportar la creciente producción, en la cual, los artistas o bandas consagradas producen cientos de miles de vinilos acaparando todas las fábricas alrededor del mundo, dejando sin mucho margen a aquellos artistas que producen a escala más reducida. Razón por la cual, pareciera que el pico del vinilo está llegando a su techo, si bien muchos países se subieron a la ola vinílica, el costo del PVC se ha disparado, una sumatoria de condiciones donde pareciera que la industria no está del todo convencida de seguir invirtiendo en un soporte que en algún momento de la historia ha pasado al olvido, y nadie puede asegurar que no vuelva a ocurrir. Por eso es hora de respetar a ese amigo hipster que concurre a barberías, y no a peluquerías, que toma latte macchiato y no café instantáneo, al cual hay que fomentarle un poco más su espíritu vintage para que siga siendo uno de los más presentes en el mercado de lo vintage, a pesar de que, no tenga un Wincofon con tapa transparente.
Escrito por:
GUSTI ZBRUN
— Colaborador Revista CUAD