Los videos de archivo son así, ruidosos. No existe la precisión de la mirada aguda de un realizador para la elección del plano ni un diseño sonoro que guíe qué debe escuchar el espectador. No lo necesitan: esta falta de cualidades exalta la verdad. Y en El silencio es un cuerpo que cae, el documental de Agustina Comedi reconstruido a partir de grabaciones de su papá, Jaime, el bullicio aturde porque la realidad está en lo no dicho, en un secreto a voces.

Fue un amigo de su padre, uno que ella no había visto nunca, el que sembró una duda. Le dijo que una parte de Jaime había muerto cuando ella nació. Agustina escuchó esa frase a los 15 años; hacía tres que había perdido a su padre. Faltaban todavía otros 15 más para que decidiera filmar un documental que desentrañara el peso de esa sentencia. Nadie se lo había contado: antes de casarse con su mamá, Monona, Jaime era homosexual. Todo lo que había sucedido antes de su nacimiento era una incógnita. Todo lo que había sucedido después, también. Ese vacío en su biografía impulsa la película.
Estrenado en 2017 y disponible de forma gratuita en CINE.AR Play, el documental está narrado en dos planos que se articulan. El pasado, con escenas clave de videos de archivo grabados por Jaime. Y el presente, con entrevistas en las que Comedi se convierte en un personaje que intenta comprender quién fue su padre, por qué murió protegiendo una parte esencial de su identidad.
“Una de las historias, la real, puede ayudarte a entender lo que sucedió en Córdoba antes de que vos nacieras”, dice la dedicatoria de un libro que la directora recibió de una amiga de su padre. ¿Por qué una parte de su padre murió para siempre? Eso intenta comprender Comedi. Y los descubrimientos son reveladores. La verdad siempre estuvo ahí, en los videos familiares. Pistas ocultas, imperceptibles entre tantas conversaciones triviales. Miradas discretas, fotografías con personajes desconocidos que adquieren protagonismo, escenas con nuevos significados.
La primera escena del documental resume la historia. La cámara de Jaime se obsesiona por El David, la obra maestra de Miguel Ángel. Sus pies, sus musculosas pantorrillas, sus genitales, su rostro. El David desde adelante, desde un costado, desde atrás: una cartografía del deseo. Una escena saturada de voces y de pasos. Guías que explican el significado de la obra, superpuestos. Turistas que exclaman su admiración en distintos idiomas. Entre la algarabía, en una conmovedora calma, Jaime contempla las perfectas facciones de David. La cámara encuentra respuestas entre el caos.

Comedi halla una revelación en Néstor, pareja de Jaime por varios años. Figura olvidada, la única sin nombre ni referencia en una tarea escolar en la que la Agustina debía identificar en una foto a los invitados a la boda de sus padres. ¿Quién era ese extraño? Una mirada perdida en el vacío, un hombre que no encaja, una ausencia en plena celebración. El mismo Néstor que atendió el parto de Monona por pedido de Jaime. La primera persona que la tuvo entre sus brazos, ese Néstor.
Hay escenas que a la luz de lo descubierto revelan otros sentidos. Lágrimas que dejan de ser duelos públicos, y que se convierten en pérdidas íntimas. No, Jaime no lloraba por la muerte de Freddie Mercury como anunciaba la radio mientras llevaba a Agustina a la escuela. Lloraba porque Néstor había fallecido la noche anterior. Por lo que oye en la radio, un duelo público; en el auto, uno íntimo.
“Para los que sufren”, dice Jaime. El documental lo resalta en un texto impreso sobre la imagen, un recurso que repite en testimonios, frases o personas claves y guía al espectador sobre los motivos detrás de las decisiones de Jaime y sus amigos. No es solo la historia de su padre, sino de toda una generación que debió ocultar su verdadero ser. “Gente que se reservó sus entrañas”, como define uno de los entrevistados.

No es solo la historia de su padre, sino de toda una generación que debió ocultar su verdadero ser.
Son los que sufrieron. Los testimonios de los amigos de Jaime son muy precisos al reconstruir lo que sucedía con la comunidad LGBT en la última dictadura militar y en la crisis del sida. Incluso durante su militancia en la Vanguardia Comunista, donde consideraban que ser homosexual era una “debilidad burguesa”. “¿Qué pasó con los secretos en tu generación?”, le pregunta Comedi a un amigo de su papá, que aún varias décadas después tiene dificultades para contestar. Una discreción impuesta, una obligación a callar.
El documental también incluye un fragmento de los últimos minutos de vida de Jaime. Es una de las pocas veces que aparece en cámara. Se lo ve alegre, entre amigos, con su esposa. Hay música, hay risas, hay movimientos. Pero debajo de toda esta felicidad aún radican los secretos de un hombre y de toda una generación. Es un video de archivo así, ruidoso, inocente, cargado de significado sólo para los que saben que el silencio es un cuerpo que cae.

Escrito por:

ROCCO AVENA
Colaborador Revista CUAD