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no todo lo que se quiere, se puede.
todo tan fuerte
como la luna llena de ese 24
que nos impregnó con toda su luz
en una noche
donde nos agarró de sorpresa
un amor;
todo tan fuerte,
que terminamos siendo
como dos gotas de agua
hirviendo.
nos quisimos tanto,
que realmente pensamos
que solo eso basta
para poder
aguantarlo.
pero vos mi amor,
me enseñaste
que no todo lo que se quiere
se puede
y que todas mis ideas
arraigadas
a ese amor romántico
que alguna vez se me impregnó
tanto en las entrañas
no están tan buenas,
no hay que reproducirlas.
yo no quería
que parara
y no podía dejar
de
pensar
por qué:
por qué tuvimos que desencontrarnos
en un momento tan hermoso
en el que decidimos querernos un rato
por qué no pudimos coincidir,
por qué tan de-sincronizades,
desentonades.
yo no quería dejar de verte,
no quería dejar de hablar,
no quería estar a la vueltas
y tampoco quería hacerte mal.
y es que a veces
resignar un deseo
por sobre otro,
ir por esa elección
que sentís más
acertada
asertiva
es lo que está bien
en realidad.
es lo mejor
para les dos,
para dejar de flashar,
en algo que ahora,
no se nos puede
ni se nos va a dar.
la melancolía de saberte en mi boca
y recordarte en mi piel
me afecta más en los días como hoy
donde la lluvia cae por mi ventana
y lo único que pienso
es en cómo me gustaría
estar enroscado con vos
en medio de las sábanas.
pero nosotres nos enroscamos
de otras maneras.
ay, mi amor. cómo te voy a extrañar.
te escribo, y te escribo
y ninguna de estas cosas
termina de sanar.
solo todo lo mejor
te voy a desear.
ojalá algún día
nos volvamos
a
cru
zar
¿precio o sacrificio?
entrenar mucho,
curtir los músculos, elongar,
practicar
para tener el cuerpo que se desea
y destacar sus movimientos,
hasta el cansancio y la fatiga
total;
estudiar mucho y leer
aunque los ruidos de la casa
te distraigan,
cambiar las horas con amigues
por las horas de tareas
para saberse mejor estudiante,
para sacar mejor nota,
para lograr una carrera;
hacer las compras y
la larga fila del supermercado,
cocinar durante toda una tarde
para compartir en la mesa de invitades
una comida que le dé calor a sus estómagos
y cariño al corazón
con el trago de vino en los vasos;
despertarse 4 de la madrugada
para alcanzar a tomar
un mate y una tostada
y salir a caminar, contra vientos y lluvias
14 kilómetros
para llegar a horario
y dar clases en la escuela del barrio
de la otra re-punta
del lugar
donde vivís;
salir en las noticias
por correr y cruzar
ríos sin puentes
y atravesar caminos de tierra y barro
para llegar a la escuela
a la clase de tercer grado
a escuchar al profesor
dar la clase del día
y entregarte la fotocopia
que no pudiste pagar;
recorrer
incansablemente
todas las instituciones y establecimientos
habidos y por haber
donde te registraron alguna vez,
para que actualicen
tu nombre de nacimiento
al que elegiste en
la construcción
de tu propia identidad;
gritar y salir a la calle
a reclamar
hasta quedarse sin voz
para que respeten quién sos,
para pedir el regreso
de tus compañeres desaparecides,
para pedir justicia por las vidas arrebatadas
de tantes otres;
yo no creo que pueda escribir
sobre sacrificios
sin hablar
del falso sentido
de meritocracia
actual
que nos hace creer
que solo con esfuerzo se puede lograr
cuando en la vida diaria vemos
que las condiciones
no son, para todes, igual.
no puedo hablar ni escribir
sobre sacrificios
sin hablar de falsa meritocracia
porque yo mismo me pregunto
¿qué sería de mí
si no hubiera tenido que utilizar
tanto tiempo en sobrevivir
a mis peores pensamientos?
¿qué hubiera sido de mí
si no hubiera estado tan perdido
con mi estabilidad
y hubiera encontrado mi camino
antes, si le hubiera dedicado todo ese
tiempo a
lo que serían mis deseos,
desde entonces?
¿cómo sería mi vida si
no hubiera tenido que gastar
tanta energía y cuerpo
en sobrevivir
sin los privilegios
de todes eses
otres?
no puedo hablar ni escribir
sobre sacrificios
sin hablar de falsa meritocracia
porque si hablo de sacrificios
también hablo de esfuerzo, de trabajo,
de deseo, de ambición,
también puedo hablar de convicción y seguridad,
de decisiones y de injusticias,
de desigualdades y de acomodos,
de elecciones sobre caprichos,
de lo efímero inmediato sobre los planes
a largo plazo,
de la supervivencia en tiempo real
por sobre la estrategia ideal.
la vida sin sacrificios no existe
y sí puede ser
que el trabajo y el esfuerzo
añadan un valor agregado
a las cosas que conseguimos
y sostenemos en el tiempo
por el cuerpo y la emocionalidad
que le ponemos,
pero ¿eso no deja
en un lugar de premio
a la felicidad
cuando es una mera consecuencia
del existir?
¿cuántos sacrificios cuestan
mi bienestar?
¿cuántos sacrificios
para poder hacer
de mi deseo
mi realidad?
¿cuántos dolores
por mi felicidad?
Escrito e ilustrado por:
AGUSTIN NICOLAS ROLO
Colaborador Revista CUAD