Ochenta y cinco Venados, un reto espiritual
Entrevista a Charo Gárriz
Ochenta y cinco Venados, un reto espiritual
Entrevista a Charo Gárriz

Charo Gárriz recibió sus 30 años con la brisa del mar fresco de Bahía Creek. Fue un día especial. Hubo viento, lluvia y un atardecer dorado que disfrutó en la playa, con música, bailes, tragos, esa sensación distendida que da el verano.
Sin pretenderlo, su frescura, sus rulos, su sonrisa generosa, su mirada profunda y transparente, hablan de caminos de aventuras.

Una vez ví una ilustración de ella. Tenía un venado, y Charo me contó cómo surgió esa iniciativa de dibujarlos.

“Un día estaba con tres amigas hablando sobre qué hacer de mi vida, me sentía perdida. Una de ellas tenía el libro de las enseñanzas del I-Ching, y lo usamos de oráculo para hacerme de guía. Abrimos una página que decía que si estabas en un campo sin venados no ibas a tener qué cazar. Hablaba de la meditación como forma de perseverancia, y de tener tierra en la cabeza (o sea un foco, objetivo claro) y agua en los pies (poder ser flexible en cuál es el camino).

En ese momento de mi vida dibujaba rostros de animales que observaba fotos y copiaba, un poco más realistas. Después de un rato de charla digo: “Bueno no sé qué hacer de mi vida, dibujó un venado y le clavó una flecha que se yo”; y una de las chicas se levanta y señalándome me dice, – ¡“Eso vas a a hacer! Vas a dibujar 85 venados y hasta que no sepas qué mierda hacer de tu vida no dejas de dibujarlos”.

Fue así que acepté mi reto espiritual, ellas empezaron a llamarse las Sai Bebas de la City (sai baba era un maestro gurú de la India), que empatizan con la gente, comen nachos y ven Netflix. Ayudan a que la gente se encuentre con ellas mismas.

Y yo empecé mi reto dibujando una cara de venado realista y pensé que si dibujaba los venados así, me iba a aburrir y no iba a cumplir con el objetivo. Y si agarraba una hoja y dibujaba 85 venados chiquititos así no más, no iba a tener sentido. Entonces nacieron los venados simples en diferentes situaciones para llegar a cumplirlo, y luego fui dibujando cada vez que quiero”.

Charo se llama Rosario, y tiene agua en los pies.

Nació en Chascomús y se mudó a Buenos Aires donde vivió 10 años, luego se fue al sur durante la cuarentena. Recorrió desde la montaña hasta el mar. Mantiene las  ganas de una vida viajera. Está empezando a tatuar. Sus saberes de biodanza y su rol de productora le permiten itinerar libremente. 

¿Los venados marcaron un camino?¿O fueron las Sai Bebas?¿Acaso hay un camino?

Escrito por:

Marina Paseiro

— Revista Cuad

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